Análisis

¿Cumbre clave?

PERE VILANOVA

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Si a algo nos tiene acostumbrados la Unión Europea es a una larga serie de cumbres claverecuerden por ejemplo en estos últimos años la sucesión de este tipo de encuentros especiales para el euro. Ahora se lleva mucho más la cumbre clave para afrontar el tema de los refugiados. Pero si consideramos que la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE se creó para ocasiones especiales en las que las instituciones ordinarias de la Unión no podían por sí solas gestionar la agenda, hemos de llegar a la conclusión de que la cosa no funciona.

Ya lo sabíamos, pero no hasta tal punto, pues estas cumbres (desde septiembre llevamos unas cuantas) son reuniones para: a) intentar no decidir ningún paso adelante; b) intentar decidir lo menos posible que obligue a todos; y c) intentar salvaguardar unos mal llamados intereses nacionales. Y las cifras son tozudas, la UE tiene actualmente algo más de 508 millones de habitantes (estadística del 2015), pero no puede integrar a unas 140.000 personas, tal como decidió otra cumbre hace unos meses, y decide que serán 72.000, cuando ya han entrado en suelo europeo desde septiembre casi un millón. Solución: deportación a Turquía, según otra cumbre decidió hace una semana, pero alguien cayó que con ello la UE iba a vulnerar cinco tratados o convenios internacionales en materia de derechos humanos. De modo que a trabajar todos los asesores (muchos ya advertían hace días del despropósito) y nueva solución: serán devoluciones individuales y con derecho a recurso, hacia países seguros. Por ejemplo... Turquía.

EL CAOS JUDICIAL

Cosas de la fortuna, hace dos días el Tribunal de Justicia de la UE resolvió favorablemente a esta tesis la devolución de un ciudadano paquistaní a Serbia, en un caso que ha involucrado a las jurisdicciones nacionales de tribunales de Serbia, Hungría y República Checa, y que ha durado... seis meses, hasta anteayer.

Bien, multipliquen el procedimiento por centenares de miles de casos y verán el caos que tenemos ya encima. La cosa no acaba aquí, pues tramitar todos estos procedimientos va a saturar, colapsar y obstruir las jurisdicciones ordinarias, en unos sistemas judiciales que como bien sabemos andan sobrados de tiempo, espacio y ganas. Mientras, Reino Unido ofrece buques de guerra para «combatir las mafias» en el mar. ¿Cómo? Esperemos que no sea hundiendo lanchas llenas de refugiados, y para combatirlas en aguas griegas o turcas, necesitarán permiso de estos dos países.

¿Y España? De momento, acogiendo a... 18 de los dos millares de plazas que prometió. Pero seamos sinceros, quizá todo lo que ha sucedido era hasta cierto punto inevitable, y los estados miembros de la UE están sacando de ello una lección de grandes consecuencias: nada de ceder más soberanía y más competencias a Bruselas, los viejos instrumentos de la soberanía nacional parecen tener un falso valor paliativo. O así se lo venderán a sus respectivos electores, porque este es el tema: ¿Qué nos va a costar todo esto en términos electorales?