Culpa compartida

NEUS TOMÀS

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Los números cantan: Estos días en el Parlament se están tramitando las cuentas de la Generalitat. Sí, las que CiU y Esquerra todavía están negociando. De todas formas, cuando se acaben las conversaciones, los catalanes seguiremos sin saber de dónde saldrán los 2.500 millones que separan ingresos y gastos. No es que los periodistas seamos incapaces de entender un presupuesto -que podría ser-, sino que ni el Govern sabe de dónde los va a sacar. Pero ahí están, consignados.

Hipocresía parlamentaria: Tarragona, Girona y Lleida tendrán unidad de infartos todo el día. La Generalitat ha tomado esta decisión después de que estas Navidades un paciente de Tarragona falleciese durante el traslado a Barcelona. Se le detectó el infarto cuando el servicio ya había cerrado sus puertas. Ha habido muchas protestas justificadas. Se podría decir que todas tratándose de garantizar un servicio sanitario, aunque unas más que otras. Porque que el PSC pida explicaciones a Boi Ruiz teniendo en cuenta que cuando gobernaba el tripartito el horario era el mismo que ahora tiene algo de hipocresía. Pero ahí está la petición de los socialistas catalanes para que el conseller de Salut dé explicaciones en el Parlament.

Lecciones de democracia: Podemos convoca una rueda de prensa y cuando los periodistas preguntan si es verdad que uno de los fundadores del partido, Juan Carlos Monedero, ha facturado 425.000 euros en dos meses en su consultoría (de la que es propietario y en la que no hay trabajadores) la respuesta es que dirá lo que tenga que decir en una entrevista que está preparando. El polémico plasma de Mariano Rajoy es un insulto a los electores. Pero la respuesta que dio ayer Podemos, también. Dice un amigo mío que de Pablo Iglesias le gusta todo menos Pablo Iglesias. Pero ahí están, cada día más endiosados.

Cuentas y cuentas: La esposa del antes molt honorable Jordi Pujol envió este verano a la mierda a unos periodistas porque querían hacerle una pregunta. Años atrás, su esposo ya hizo lo mismo con los socialistas a los que envió «de dos en dos» al mismo destino. Debe ser una costumbre familiar. Pero mientras, van apareciendo cuentas y cuentas en el extranjero de algunos de sus vástagos. Ahí están, en Andorra, el Caribe o la isla de Guernsey (al oeste de las costas de Normandía).

Mea culpa: Habrá quien piense, tal vez con razón, que al final la culpa es nuestra por permitirles que no respondan, por dejarles que se endiosen o por no haber investigado antes los rumores sobre fortunas escondidas en paraísos fiscales. Será cuestión de ser también más exigentes con nosotros mismos. Como periodistas y como ciudadanos.