La clave

Cuidado con los muros

JOAN MANUEL PERDIGÓ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aún pasará algún tiempo hasta conocer todas las claves de la abdicación de Juan Carlos. Si las cosas estaban tan bien planificadas como se ha dicho o si todo fue más improvisado, ante una situación que se deteriora rápidamente. La versión más benévola nos dice que el Rey, consciente de la grave crisis institucional y política (amén de la económica), decidió ponerse a la cabeza de la regeneración del sistema. Si fuera así, la iniciativa no deja de ser arriesgada conociendo a nuestra clase política porque la posibilidad de que Felipe se quede solo en la salida de la trinchera es muy elevada e implica que el nuevo Rey pueda llevarse los tortazos de uno y otro bando al quedar en tierra de nadie.

Indicios de que las cosas no estaban tan pensadas tenemos ya algunos, como el chapucero aforamiento exprés de Juan Carlos y familia, inédito en Europa, y más extraño aún cuando estos días podemos ver a un Sarkozy imputado declarando ante los jueces tras perder su condición de presidente de la República.

Da la impresión de que la derecha de este país, consciente del deterioro del sistema, se ha lanzado a levantar muros de contención sin ton ni son, a la espera de que la incierta recuperación económica devuelva las cosas a su sitio. Lo vemos desde hace meses con la cuestión catalana, lo constatamos con la chapuza de la reforma fiscal, pensada para llegar con algo de oxígeno a las citas electorales del 2015, y lo ratificamos  con la cacicada que pretende modificar la ley electoral para dar la alcaldía a la lista más votada, a la brava, sin plantear segunda vuelta u otras alternativas. Una alcaldada pensada en la cantidad de plazas que una izquierda plural podría arrebatarle el próximo mayo al PP.

Aniversario

En este año de conmemoraciones se cumplirán 25 de la caída del muro de Berlín. Nada hacía prever antes de aquel 9 de noviembre que la mole de hormigón iba a venirse abajo. Bastó una frase mal interpretada para que en pocas horas una marea humana convirtiera esa barrera infranqueable en suvenir para turistas. Cuidado con fiarse de la solidez del muro cuando el edificio está podrido. Puede venirse abajo y sepultar al más confiado.