LA CORTINA DE HUMO

Cuestión de respeto

TONI AIRA

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Hay algo más que la semántica a la hora de diferenciar entre lo que políticamente representa Junts pel Sí y lo que describe a la CUP. Unos hablan de desconexión y los otros de ruptura con España, pero lo que los separa no es sólo cuestión de matiz o de diccionario de sinónimos. Es materia mucho más de fondo, igual como lo que los une indefectiblemente camino de un acuerdo que no podrá rehuir ninguna de las dos partes, a pesar de todo, que no es poco.

Pero para llegar a acuerdos hace falta respeto, no decir que te entiendes casi en todo con el otro, sobre todo cuando no es así (ni falta que hace). Raül Romeva, por trayectoria personal, puede estar entre muy y casi del todo de acuerdo con los postulados de Antonio Baños y de la CUP, pero él y el resto del mundo entiende que el grueso de votantes de Junts pel Sí no se ubica ideológicamente en este sector de pensamiento, cuando hablamos del eje derecha-izquierda. Y es queque la independencia sea ahora una hipótesis plausible no lo es gracias sólo a los independentistas de toda la vida ni a la extrema izquierda defensora de los Països Catalans. Hay mucha gente de centro o que ni se plantea ubicarse en un eje derecha-izquierda, y que además básicamente piensa que con Catalunya bastante trabajo tenemos hoy por hoy, y que ha sido la gran fuerza que ha impulsado el proceso socialmente. Y no pasa nada, se tiene que asumir con normalidad y respetar una opción y la otra.

Haciendo números y fotos electorales de la realidad del país, todo el mundo puede ver claro que la independencia no puede decirse que será de izquierdas o no será. Igual como está claro que el discurso de la desobediencia de la CUP tiene evidentemente su público pero que este no ha sido el que ha hecho avanzar transversalmente el proceso independentista, como mínimo hasta la fecha. Ahora ellos pueden desencallarlo después del complejo resultado del 27-S y ya veremos si se quieren poner a ello o no. Pero de entrada hay que respetar y entender sus postulados, igual como ellos tendrán que hacerlo con los de la fuerza mayoritaria del independentismo. Y después de la gesticulación, esto pasará. Sobre todo por respeto a los votantes y al conjunto del país que pide un gobierno que gobierne.

La retórica de los puros es atractiva (y a menudo necesaria), pero los representantes de la mayoría social del soberanismo tienen que defender como un tesoro los matices entre los partidarios del independentismo, y esto quiere decir respetar a su interlocutor necesario pero, para empezar, respetarse a si mismos y a quien da sentido a unos y otros, que es el conjunto de la ciudadanía.