El futuro del proceso soberanista
Cuatro millones a un lado, dos al otro
En Catalunya se forja un claro propósito: o cambia España o los catalanes se van. Ahora o más adelante
Xavier Bru de Sala
Escritor y periodista.
XAVIER BRU DE SALA
F. G., natural de Valladolid, ocho apellidos castellanos. Media vida en Cornellà y media en la esquerra del Eixample. 70 años. Pensionista con algo de patrimonio, no está en condiciones de malgastar pero no le falta nada. Había votado socialista toda la vida, hasta que, gracias a Aznar, se pasó a Esquerra Republicana. A pesar de sentirse española y catalana y no desear para nada la ruptura de España, votó sí-sí. Ahora se decanta por Catalunya sí que es pot, pero votaría Junts pel sí si pensara que la victoria serviría, no para irse sino para negociar desde una posición de fuerza.
R.T., 16 apellidos catalanes, por no decir 32, familia con título nobiliario ancestral. 56 años. Votante tradicional de CiU, más por eliminación que por convicción. Se declara liberal-keynesiano y catalanista moderadísimo. Patrimonio muy considerable, pero de moderada rentabilidad. No quiere la independencia, a pesar de que, llegado el caso, tampoco le molestaría. Se ha quedado sin partido. Considera que hay mucha gente como él, que no votarán Unió porque está demasiado a la derecha y ellos no son muy de misa. ¿Socialistas? ¡Va de retroAbrazaría con entusiasmo una opción, liberal de izquierdas, contraria a las aventuras y que defendiera Catalunya solo con diálogo. Como no existe, y bien que lo lamenta, votará Sí que es pot, con la esperanza final de que se acaben uniendo con los socialistas para hacer algo nuevo y sensato.
Cuando el procés empezó a tomar impulso, Aznar afirmó: «Antes se dividirá Catalunya que España». Años atrás, había oído decir lo mismo, incluso con mayor contundencia, a distinguidas personalidades de la intelectualidad española más conspicua y cosmopolita. «No tenéis nada que hacer porque, en Catalunya, somos mayoría».
Se trataba de una mirada interesada y oblicua que distinguía entre los catalanes de origen, de españolidad dudosa o espuria, y los españoles de Catalunya, los charnegos, los suyos, supuestamente despreciados por los autóctonos, no integrados, que nunca se sentirían catalanes. Ya podías replicar que esto no es Irlanda norteña, ni tampoco Bélgica, ni Lituania. La autonomía, con mango en Madrid y gracias. Tened en cuenta que somos mayoría. ¿Mayoría?
EL FACTOR IDENTITARIO
Existen pocas dudas sobre el resultado de un referéndum sobre la independencia al estilo de Escocia. Perdería el sí, sobre todo por razones indentitarias. En cambio, puede ser que el 27-S el independentismo gane, no tan solo en escaños sino también en votos. Los dos factores de la diferencia son el incremento de participación en un referéndum y las candidaturas intermedias de Sí que es pot y Unió. En un referéndum solo hay dos respuestas. El 27-S es más complejo. Es cierto que, hoy por hoy, el factor identitario es la clave principal del sí-no y del no. ¿Hasta cuándo? En toda nuestra sociedad el sentimiento de pertenencia deriva de forma continua y perceptible hacia mayor catalanidad. Contra el pronóstico de los intelectuales de Madrid, en Catalunya se forja un propósito muy mayoritario. O cambia España o Catalunya se va. O ahora, o más adelante, pero si no cambiáis nos iremos.
Destaca un hecho que habla, con toda contundencia, en contra de la teoría, ya tópica, de la división de los catalanes en dos mitades, partidarios y contrarios a la independencia. La divisoria real, en términos de futuro político, no es esta, sino la que enfrenta a los favorables al derecho a decidir con los que lo niegan.
Grosso modo, el 75% y el 25%. Este 75% comparte un deseo de cambio real de las estructuras de poder. El resto, una respetable minoría, pero minoría, son partidarios del estatus quo. Los favorables a la óautodeterminacin aceptan por adelantado el resultado. Los otros, solo el no. Los que quieren cambios son autodeterministas, y viceversa. Los defensores del actual estatus no quieren cambios, ni en el eje social ni tampoco en el nacional. Junto a esta, la otra divisoria es significativamente menor.
EL ESTADO Y LOS MEDIOS
Sucede, pero, que la minoría del 25% cuenta con el apoyo del Estado y los medios. De manera interesada y tergiversadora, los inmovilistas se apropian de la parte de la sociedad que desea cambios profundos aunque no opte por la independencia. Pero se equivocan, porque las tres candidaturas que representan este deseo compartido de cambio arrasarán el próximo septiembre. Arrasarán, gane o no gane la independencia.
¿Cómo se explica esta agobiante voluntad de cambio, tan insólita como inédita en una sociedad estable, acomodada y avanzada? Por un doble sentimiento, muy extendido, contra la desigualdad social y el mal trato de Madrid hacia Catalunya. Ello genera una profunda insatisfacción entre los ciudadanos que refuerza, y mucho, a todas las candidaturas que propugnan el cambio.
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