Geometría variable

Cuarteto para aguantar

JOAN TAPIA

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La foto inicial, distribuida la mañana del sábado, del desayuno de cuatro dirigentes socialistas -Susana Díaz, Pere Navarro, Javier Fernández y el propio Alfredo Pérez Rubalcaba- ha marcado incluso más la conferencia socialista del fin de semana que el final de un satisfecho Rubalcaba gritando que «el PSOE ha vuelto» (cierto) y que tras la conferencia es imbatible (exageración a la andaluza).

Tras el congreso de Suresnes (1974) se dijo que el pacto del Betis entre los sevillanos (Felipe González y Alfonso Guerra) y la tradicional militancia vasca (Nicolás Redondo padre y Enrique Múgica) alumbró el nuevo PSOE que desplazó definitivamente al PSOE del exilio de Rodolfo Llopis. Ahora es el pacto con tres sectores del partido de un líder que -como dice González- tiene una cabeza perfectamente amueblada, pero problemas de liderazgo, el que ha sostenido el PSOE. Con la federación andaluza (la más importante desde 1977). Con el PSC, decisivo desde que González y Guerra (cuánto cambian las cosas) aceptaron que Catalunya no era una región más de España sino otra cosa. Y también con Javier Fernández, el presidente asturiano, erigido en notario del PSOE de siempre que todavía conserva poder. Y el momento era difícil porque el partido, tras la derrota del 2011, no logra remontar en las encuestas y captar votos de los que se fugan del PP. El cuarteto, con músicos muy distintos, ha entendido que aguantar era clave porque a perro flaco, todo son pulgas y los enemigos externos estaban preparados para lanzarse como lobos hambrientos sobre cualquier fisura que hubieran abierto las disidencias (o ambiciones) internas.

El nuevo PSOE sale con dos proyectos. El primero, primarias abiertas a todos los simpatizantes que paguen un euro, que será la primera vez que se hacen en España y pretenden emular el éxito de François Hollande cuando ganó unas elecciones similares en Francia. Es un experimento atrevido pero obligado si se desea recuperar la muy magullada sintonía con parte del electorado. El segundo, más arriesgado, es el giro a la izquierda; que el PSOE sea más rojo, más verde y más morado (Elena Valenciano dixit). En la oposición, las dosis de atrevimiento son inevitables e incluso positivas, pero los socialistas deben irse con tiento. Hollande venció proponiendo un IRPF del 75% a los que ganaban más de un millón de euros (no es forzosamente mala idea), pero ahora la asfixia fiscal (a la clase media) lo ha hecho el presidente francés más impopular. Claro que algunos realistas dirán que Hollande se debilita en el Elíseo mientras Nicolas Sarkozy, prejubilado, se muere de tedio. Vale, pero otro fracaso del PSOE (como el de José Luis Rodríguez Zapatero, por no cumplir lo prometido) sería letal.

El cuarteto del sábado ha salvado al PSOE. Ahora mucho depende del quinteto de aspirantes: Patxi López, Carme Chacón, Eduardo Madina, Emiliano García-Page y Rubalcaba. Este sale de la conferencia enfermo, pero más vivo que entró.

EL RETO DE LAS PRIMARIAS

La indicativa derrota de Tomás Gómez

El gran enemigo es Tomás Gómez, secretario de la federación madrileña al que Rubalcaba quiso descabalgar, en beneficio de Trinidad Jiménez, de la candidatura a presidir la Comunidad de Madrid. Gómez, tachado de «neocaballerista» por sus tics izquierdistas, intentó hacer morder el polvo a Rubalcaba, no se sabe si por cuenta propia o de Chacón, ya que la exdiputada voló hace poco desde Miami para arroparle en una conferencia. Sea como sea, Gómez sale derrotado ya que su intento de forzar las primarias fue derrotado por 200 votos contra solo 8 a favor. Pero Gómez volverá si el PP pierde la mayoría absoluta en Madrid -posible- y escala a la presidencia que propulsó a Esperanza Aguirre.