Al contrataque

Cuarenta

JORDI ÉVOLE

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Hoy cumplo 40. Esa edad que siempre creí que solo cumplían los demás. Pero no. Hay un día que te toca a ti. Y el 4 pesa como una losa porque tienes la sensación que cada vez te queda menos para pasártelo en grande. O igual no. Igual queda lo mejor, y cuando relea esto con 50 pensaré que menudo gilipollas estaba hecho con 40. Eso es lo más probable. Bueno, eso no es probable. Eso es seguro.

Hasta ahora la vida me ha tratado demasiado bien. Y eso a veces me hace pensar que igual ya he disparado las balas buenas que por estadística me tocaban. De hecho, si alguien controla la caja de las balas buenas, ya me ha dado alguna bola extra. Y, la verdad, lo que nos rodea hace que aún me sienta más privilegiado. El mundo está hecho una puta mierda: en una semana hemos visto derribado un avión de pasajeros en medio de Europa y ahora asistimos atónitos al show del yo no he sido. Y hemos vuelto a convertir la Franja más famosa del mundo en el plató político y mediático donde vuelve a pasar lo de siempre sin que nadie lo impida.

Y en medio de tanta mierda, la vida sigue. Y encima te vuelve a regalar momentos únicos. Para mi, lo fue la charla en el Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols con David Trueba, uno de los cocos mejor amueblados de este país. Charlar con él es darte cuenta de lo poco que sabes y de lo mal que lo cuentas. Debe ser que tiene más palabras que los demás, o que las sabe ordenar de una forma que te hace creer que conversar es fácil hasta con los ojos cerrados.

«Al principio fui el hermano de Fernando, luego el marido de Ariadna, y ahora el amigo de Pep Guardiola». «Hay dos tipos de imputaciones: las de tu partido y las de los otros». «No se puede hacer un referéndum que no esté consolidado y que solo sea válido para una de las partes».

Fiesta y copas

David le revientan los protocolos. Y lo que huele a solemnidad se lo carga, venga de la derecha o la izquierda. Parece que tenga una teoría alternativa para todo. Pero no por llevar la contraria, sino porque le ha dado alguna vuelta más que cualquiera de nosotros. Y encima lo hace con una sensatez que aunque discrepes puedes acabar dándole la razón.

David se cachondeó de mis 40. Me dijo que celebrase lo vivido, y que relativizase lo que queda por venir. Y que montase una fiesta y les pagase copas a mis amigos. Pues eso haré. Hoy que es día de balances, de fin de temporada, de cumpleaños de los gordos, levantaré una copa (no la décima) y brindaremos por los que estamos allí y por los que no pudieron venir, pero que igualmente estarán. Y nos olvidaremos un rato de este verano inquieto, a veces cabrón, a veces tierno, el que nos robó con crueldad al Topo López, y que nos traerá la ternura de Beth o de Bruna, recién llegaditas a la vida. Todo en el mismo verano. Habrá que vivirlo. Aunque sea con los ojos cerrados.