PEQUEÑO OBSERVATORIO

Cuando el patrón devora a la matrona

¿Cómo conseguir que algunos patrocinios sean justamente reconocidos como 'matrocinios'?

Las fiestas de Sant Antoni Abat, en Rubí.

Las fiestas de Sant Antoni Abat, en Rubí. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Cuando yo era un estudiante de Derecho, había un día en que un grupo de alumnos dejaban el aula para ir a «perseguir a las modistas», que celebraban, en grupos por la calle, la fiesta de su patrón. La idea del patronazgo es muy antigua, y se ha mantenido a lo largo de los años. Cuando yo era joven y pasaba el verano en Argentona, contemplaba cómo se izaba la carpa del baile con motivo de las fiestas patronales. Hay patrones y patronas para todo. Es un hecho, si no me equivoco, que existe desde los tiempos romanos, y se ha ido extendiendo por las sociedades actuales, cada vez más diversificadas y a menudo poderosas.

De todos modos, lo masculino y lo femenino no dejan de tener un papel en este campo, y en algún momento me han hecho pensar. Existe la patrona de los desamparados. Muy bien. Pero teniendo en cuenta la situación de muchísimas mujeres en nuestra sociedad, ¿no sería lógico que existiera también la matrona de los desamparados? Porque las personas de sexo femenino tienen, en muchos casos, una especial capacidad consoladora.

Pero no sigo por este camino, que exigiría muchos matices. Únicamente, como persona interesada por la lengua, me doy cuenta de que patrón es un ejemplo de masculino invasivo. La chica que es propietaria de una embarcación es oficialmente el patrón de la barca, no la patrona. En el mundo de la economía, y en otros ámbitos, hay asociaciones patronales en las que la representación es matronalmente mayoritaria.

Entre mis antepasados hay una Madrona, un nombre ahora poco corriente que me parece muy bonito. Pero, ¿cómo puedo luchar para que algunos patrocinios sean justamente reconocidos como matrocinios? La expresión castellana es rotunda: donde hay patrón no manda marinero. Me iría bien, tal vez, llevar un cirio al gran patrón de la vida. ¿Pero qué patrón? No existen dos iguales. Y quizá no tengo un patrón, sino una amable patrona.