PEQUEÑO OBSERVATORIO

Respetemos los nombres históricos

Sustituir el nombre de una calle por otro, como el caso de Johan Cruyff y Arístides Maillol, es una operación que no me parece conveniente

Jordi Cruyff regala al presidente Josep Maria Bartomeu una camiseta de su padre y el Balón de Oro que ganó en 1974.

Jordi Cruyff regala al presidente Josep Maria Bartomeu una camiseta de su padre y el Balón de Oro que ganó en 1974. / periodico

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Leí hace unos días en EL PERIÓDICO una carta que me ha parecido muy interesante. El autor es Agustí Carbonell, que la ha enviado desde Sitges. Recuerda que el Barça quería proponer al Ayuntamiento de Barcelona que la actual avenida de Arístides Maillol pasara a llamarse Johan Cruyff, que fue un gran jugador y entrenador del club azulgrana. El lector no está de acuerdo y me parece que yo tampoco. El hecho de que yo colaboré  muy directamente en la creación de la letra del 'Cant del Barça' –es un canto, aunque mucha gente le llame himno– no me da ningún derecho si no es el de opinar.

Sustituir el nombre de una calle por otro es una operación que, en principio, no me parece conveniente. No solo porque puede provocar confusiones, sino porque en Barcelona, y en muchas poblaciones de Catalunya, tenemos el ejemplo de la política franquista cuando Barcelona fue ocupada.

Fue tan radical como grotesca. Algunas sustituciones, de muestra. Calle de Narcís Oller, el escritor, convertido en Conde de Salvatierra. Una parte de la calle de París pasó a ser Berlin. El Pare Miquel de Sarrià vio cómo su placa lo convierte en Beato Diego de Cádiz. Salvat Papasseit dejó su lugar a Boscán. Víctor Hugo dejó paso, claro, al alemán Beethoven... Y la plaza de Sarrià debió dejar su lugar a la plaza del Duque de Gandía. Incluso la Virgen de Núria fue eliminada por Covadonga.

Johan Cruyff fue un gran futbolista y Arístides Maillol, un gran escultor. Se inició en Perpinyà, triunfó en París y en Catalunya conectó con los escultores mediterranistas. Me pregunto, sencillamente, si para homenajear a una persona notable sea correcto 'borrar' la presencia pública de otra persona de valor reconocido.

Pienso que los alcaldes y las instituciones sociales deberían plantearse fórmulas de homenaje que no fueran sustitutivas. Un busto en el lugar adecuado es un homenaje respetuoso. Una placa es compatible con otras placas.