ENTREVISTA CON LA PERIODISTA Y ESCRITORA
Cristina Morató:"Mis lecturas de niña me llevaron a viajar a África"
Pronto publicará Cautiva en Arabia. En 1997, fundó con Reverte y Leguineche la Sociedad Geográfica Española, con un millar de afiliados actualmente.
--A los 18 años usted quería ser corresponsal de guerra.
--Me atraía la idea, quizá porque tenía una falsa imagen del corresponsal de guerra, como si fuera un Indiana Jones. A los 18 años me fui a Centroamérica como fotógrafa. En Nicaragua, Honduras y El Salvador descubrí lo que era de verdad un corresponsal de guerra.
--Y no le gustó.
--Pude conocer de primera mano la fealdad de la guerra y vi que ya no quería ser corresponsal. No tenía el suficiente estómago. Prefería dejar la cámara y ayudar antes que hacer fotografías.
--La guerra es dura.
--Aquello fue mi bautismo de fuego, mi primer contacto con la injusticia social, con la muerte y el dolor. Me abrió los ojos, pero también me demostró que estaba hecha para viajar.
--¿Usted es de las que se arriesgan?
--No me gusta el riesgo, no soy una aventurera, pero admito que soy muy curiosa y a veces me lío en historias complicadas.
--¿África ha sido básica para usted?
--Mi primer viaje a África fue, en 1983, a Guinea Ecuatorial. Obiang acababa de derrocar a Macías y yo llegué con el libroLa tribu, de Manu Leguineche. Al llegar a Malabo, un policía me gritó que estaba prohibido y me arrancó algunas páginas. No fue un buen inicio. Descubrí que en algunos países es mejor no decir que eres periodista.
--¿Cuánto tardó en marcharse?
--Tres meses. En Evinayong hice un reportaje sobre las mujeres africanas. Salí por piernas. El embajador me avisó de que me iban a expulsar y yo me fui antes.
--En 1985 se fue a Zaire.
--Allí no iba como periodista, sino como cooperante. Estuve casi un año. Fue mi experiencia africana más intensa. Aprendí qué es África más allá del tópico. Tenía a mi cargo a una veintena de zaireños y tuve que despedir a algunos porque robaban. Me llamabanMadame Matata:Madame Problema.
--Por lo visto, no le van los viajes plácidos por Europa.
--Como dijo alguien, lo dejo para cuando me jubile (se ríe). Antes de empezar con la artrosis, prefiero ir a países donde se necesitan buenos reflejos. Mis sueños de niña eran la selva, el río Congo... Mis lecturas me llevaron allí.
--Javier Reverte se inició en África con usted, ¿verdad?
--Fui con él a Uganda, Tanzania y Kenia en 1993. Apenas lo conocía, pero me falló a última hora el compañero de viaje y el periodista Manuel Leguineche me lo recomendó. Fueron tres meses muy intensos, complicados, pero aún mantenemos la amistad. Para él fue un auténtico descubrimiento de África: se quedó cautivado.
--Reverte publicó El sueño de África, y usted, más adelante, El sueño de África,Viajeras intrépidas
--A Javier le fue muy bien. Lo que me molestó fue que, cuando publiquéViajeras intrépidas, me preguntaran: "¿Has descubierto África gracias a Reverte?". Y yo tenía que decir: "Pues no, es al revés".
--¿Y cómo se interesó por las viajeras del siglo XIX?
--Me hicieron un encargo para que contara mis experiencias como viajera, y quise ver qué motivaba a mis antecesoras. Me fascinaron tanto, que al final hice el libro sobre ellas.
--Y fue un éxito.
--Se vendió mucho, pero a mí me gustan más los dos que siguieron:Las reinas de ÁfricayLas damas de Oriente. En estos ya tenía claro lo que quería: romper con el mito de la esposa abnegada del explorador. Ellas eran tan aventureras como ellos.
--¿En qué se diferencian las mujeres de los hombres exploradores?
--Los exploradores del XIX solían viajar patrocinados: llegaban a un lugar, plantaban la bandera y volvían cuanto antes para contar sus descubrimientos. Era como una competición deportiva. Las mujeres, en cambio, viajaban para conocer y aprender. No tenían prisa.
--¿De qué va su nuevo libro, Cautiva en Arabia
--En Siria me encontré con una historia de una mujer que me fascinó. En las ruinas de Palmira me hablaron de una vasca, la antigua propietaria del Hotel Zenobia, Marga d'Andurain. Vivió allí en los años 20 y 30, espió para los británicos, intentó viajar a La Meca. Hay una leyenda que sostiene que esta mujer fue amante de Lawrence de Arabia.
--Una vida de novela.
--Pensé que era leyenda, pero a la vuelta localicé a su hijo, que ahora tiene 92 años, y me proporcionó un material excelente, tanto de textos como de fotos. El libro es una visión privilegiada de Oriente por parte de una mujer en los años 30.
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