Tensión en el mar Negro

Crimea, el próximo de la lista EDF

Ucrania no parece que pueda recuperar la península, ya casi un Estado de facto bajo control de Rusia

Crimea, el próximo de la lista EDF_MEDIA_2

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PERE VILANOVA

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EDF son las siglas que internacionalmente corresponden a Estados de facto y se refieren al supuesto de una entidad territorial (más o menos extensa) que de acuerdo con el derecho internacional forma parte integrante de un determinado Estado pero cuyo espacio físico, habitantes y control de fronteras escapa por completo al Gobierno y otras instituciones de ese Estado. En el mundo actual hay varios casos de EDF, y la mayoría de ellos se ubican en el espacio postsoviético. Algunos ejemplos nos ayudarán a entender por qué esta es la hipótesis de futuro más plausible para Crimea hoy por hoy. Otra característica es que, con una excepción, todos los EDF son producto del fin de la guerra fría y corresponden al mundo posbipolar, es decir, los últimos 25 años.

La excepción histórica es, por supuesto, la República Turca del Norte de Chipre, entidad resultante de la guerra civil chipriota de 1974, que provocó el Gobierno de Grecia (entonces una dictadura militar, la junta de los coroneles). La invasión militar con la que Ankara respondió consagró una partición de la isla que sigue vigente 40 años después. Excepto Turquía, nadie ha reconocido a este Estado de facto, y en cambio la comunidad internacional premió a la parte griega con la plena integración internacional. Chipre -su mitad griega- es hoy un Estado soberano, miembro de la ONU y de la UE, y la otra mitad es un paria internacional.

La excepción territorial no situada en territorio postsoviético y posterior a la caída del muro de Berlín es Somalilandia, que tiene un Gobierno de hecho, un mínimo de instituciones e incluso orden público. Pero nadie le ha dado carta de naturaleza porque forma parte de Somalia como Estado internacionalmente reconocido (pero que ni es Estado, ni tiene Gobierno, ni nada de nada excepto piratas, milicias radicales y un embrión raquítico de instituciones gubernamentales en una pequeña parte de la capital gracias al apoyo de la comunidad internacional).

La lista es larga. Nagorno Karabaj (el Alto Karabaj) es una república que era parte de Azerbaiyán y que declaró su independencia en 1992 después de protagonizar la primera guerra en territorio de la Unión Soviética, entre Armenia y Azerbaiyán. Tiene el apoyo de Rusia y ha sido reconocida por Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria, otros tres EDF que no tienen otro reconocimiento externo que el que se dan entre sí bajo la benévola sombra protectora de… Rusia.

En su día (al desaparecer la URSS), Abjasia y Osetia del Sur fueron escenario de breves guerras más o menos civiles, y aunque son parte integrante de Georgia según el derecho internacional, escapan por completo a su control. En el verano del 2008, un imprudente presidente georgiano llamado Mijaíl Saakashvili lanzó a sus magras tropas a liberar dichos territorios y se encontró con la respuesta militar de Rusia, que en pocos días puso las cosas en su sitio. Allí sigue, y no parece que el tema vaya a llegar nunca ni a la puerta del Consejo de Seguridad. En cuanto a Transnistria, es parte de Moldavia -país que alcanzó la independencia formal al caer la URSS- pero se separó de ella inmediatamente bajo la protección de… Rusia, con la excusa de que los de Transnistria hablan ruso y que los moldavos les amenazaban porque históricamente están orientados a Rumanía. Estas cuatro EDF se reconocen diplomáticamente entre sí, pero poco más. Bueno, por razones de lo más extraño, Abjasia tiene el reconocimiento de Nicaragua, Venezuela, Nauru, Vanuatu y Tuvalu. Cabría añadir otros casos más volátiles, pues sus autoridades ni siquiera controlan de iure o de facto su territorio, como Palestina y, a su manera, la República Árabe Saharaui Democrática (antiguo Sáhara occidental), aquella bajo el control de hierro de Israel, y esta, de Marruecos.

Más familiar nos resulta el caso de Kosovo, porque no es exactamente como los anteriores: hoy tiene el reconocimiento de 108 estados de las Naciones Unidas -más de la mitad del total- y pese a todo es solo un EDF, pues no entrará nunca en la ONU y no tiene el reconocimiento de cinco miembros de la Unión Europea.

Conclusión: la duda hoy es si Vladímir Putin va a limitar su control de Crimea bajo la variante de nuevo EDF por un tiempo indeterminado, si va a reintegrarla a todos los efectos a Rusia (de la que fue desgajada por el Soviet Supremo para ser regalada a Ucrania en 1954) o si va a extender sus ambiciones a otras partes de Ucrania rusófonas y/o rusófilas, como Rostov, Odesa o Donetz. Crimea, diga lo que diga la comunidad internacional, con la ONU, la OTAN y la UE a la cabeza, es ya un nuevo EDF y Kiev no parece en condiciones de recuperarla. Hay que reconocer que, a día de hoy, Putin ha aplicado el manual al pie de la letra.

Catedrático de Ciencia Política (UB)