GEOMETRÍA VARIABLE

Creciente preocupación por el desgobierno

Que la única fórmula propuesta dependa de una asamblea de la CUP es poco razonable

JOAN TAPIA

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Este viernes hará dos meses de las elecciones, convocadas como plebiscitarias, que los líderes de CDC y ERC que impulsaron la lista de Junts pel Sí presentaron como un gran triunfo de la independencia. Dos meses después, lo único que vivimos es una preocupación creciente por la falta de gobierno y por las muestras incipientes de desgobierno.

Artur Mas ha optado por poner todo en manos de la CUP y la pasada semana se transmitió la idea de un cierto avance en las negociaciones. Mi impresión es más bien la contraria. En efecto, se ha presentado como positivo que en una rueda de prensa los dirigentes de la CUP no repitieran que vetarían la reelección de Artur Mas, pero lo que vinieron a decir es que esperaban una nueva propuesta de JxSí y que entonces, humildemente, la trasladarían a una asamblea de la CUP con poder decisorio.

A algún pensador libertario el mecanismo le puede entusiasmar, pero es un total disparate. La elección del 'president' no está ya en manos del Parlament elegido, ni de la CUP --formación que puede ser simpática por las situaciones contra las que protesta, pero de una falta de práctica total como partido de gobierno--, sino de una asamblea de la organización anticapitalista. ¡La reelección de Mas en manos de una asamblea de los antisistema y los dirigentes de CDC --históricamente un partido de gobierno y de orden-- poniendo a mal tiempo buena cara! Es un escándalo. Y sería lo mismo que el futuro de la Generalitat no estuviera en manos de una asamblea de la CUP, sino en la de cualquier otro partido.

En el 2010, Mas fue elegido gracias a un pacto que permitió la abstención de los diputados del PSC en la segunda votación, pero no dependió de que el programa fuera aprobado por las bases socialistas. Luego gobernó con los votos del PP, pero ese apoyo también fue fruto de un acuerdo parlamentario, y no de que previamente los militantes populares bendijeran la abolición del impuesto de sucesiones. Y en el 2012 fue investido gracias a un pacto de legislatura con ERC.

Ahora parece que la presidencia de la Generalitat va a ser aprobada o rechazada en una votación --supongo que a mano alzada-- de los asambleístas de la CUP sobre una nueva propuesta que surgirá de cuatro mesas mixtas de negociación que llevan algunas semanas trabajando.

Quizá me columpie totalmente y el acuerdo llegue antes del próximo viernes --como exigió el domingo el presidente de la ANC--,o antes del inicio de la campaña electoral española, el próximo día 4, límite que pregonan algunos dirigentes de JxSí. Pero en el artículo del domingo en este diario, tres cualificados dirigentes de la CUP decían que la única cesión de JxSí --y añadían que "a medias"-- era la oferta de una moción de confianza que podía implicar el despido de Mas en seis o nueve meses al libre criterio de los anticapitalistas.

La inquietud ciudadana solo puede, pues, aumentar. Si la oferta de hacer dimitir al 'president' a corto plazo no basta, ¡cuesta imaginar qué tipo de cesión podría darnos cualquier tipo de Govern, que por supuesto no sería ni sólido ni solvente!

La conclusión es que el pacto de JxSí con la CUP no puede ser el fundamento de ningún Govern estable como el que pide Francesc Homs, el candidato de Democràcia i Llibertat a las legislativas. Y si la única idea de JxSí es el pacto con la CUP o nuevas elecciones en marzo, la resultante es que la calidad del autogobierno de Catalunya está seriamente amenazada. No ya tanto por el ministro Montoro --que quizá también--, sino por la incapacidad de los líderes políticos --capitalistas, anticapitalistas o socialdemócratas-- del independentismo.