Coscubiela y el derecho a decidir del PSC

"El abecé de la política aconseja pactar antes de dar la batalla parlamentaria si lo que se desea es consensuar soluciones y resultados. ¿O no es este el caso?"

De izquierda a derecha, Pere Navarro, Oriol Junqueras y Artur Mas, en diciembre del año pasado. JULIO CARBÓ

De izquierda a derecha, Pere Navarro, Oriol Junqueras y Artur Mas, en diciembre del año pasado. JULIO CARBÓ / periodico

Joan Ferran

Joan Ferran

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Siempre he respetado a Joan Coscubiela, me cae bien. Lo conozco desde sus tiempos de sindicalista y he de confesar que sus apreciaciones respecto a la política catalana solían estar inspiradas en una profunda preocupación social y defensa de los trabajadores y las clases populares. Considero que es un tipo de izquierdas con una práctica sindical que no se ha sometido a los imperativos y exigencias de los gobiernos de turno. Entre sus méritos está haber logrado que el hilo conductor de su sindicalismo no se contaminara de elementos exógenos a la clase obrera. Otros no pueden decir lo mismo.

Estoy seguro de que con Coscubiela coincido en el terreno de las preocupaciones sociales y probablemente también con todo lo que hace referencia a la configuración territorial y política de Europa, España y Catalunya.

Recientemente he podido seguir sus declaraciones al canal 3/24 de Televisió de Catalunya. Comparto con él la apreciación de que el 'president' Mas no tiene autoridad para liderar el proceso soberanista después de adelantar las elecciones y recibir el severo correctivo de las urnas. También comparto con Joan la idea de que Junqueras resbaló y se dio un buen golpe cuando insinuó una paralización a la carta de la economía del país. Coscubiela, como sindicalista experimentado, sabe qué representa una huelga general y los demonios que despiertan.

Pero, desgraciadamente, no todo pueden ser coincidencias cuando --seguramente arrastrado por el ruido mediático de unos, las ganas de hacer daño de otros o los intereses electorales de ICV-- nos dice que el PSC no es "creíble" cuando manifiesta que está a favor del derecho a decidir de forma genérica y, paradójicamente, no da un paso adelante al respecto. Quisiera que Joan, y también mucha otra gente, intentara comprender la posición de los socialistas catalanes.

Un paso al frente yendo a Madrid a reclamar el punto 150.2 sería un paso al vacío sin efectos positivos y sí muchos de negativos. Un error que solo serviría para caldear aún más el clima de confrontación política e institucional. Una votación que tendría como consecuencia una derrota y el aniquilamiento, de facto, de cualquier otra salida tanto a corto como a a medio plazo. El abecé de la política aconseja pactar antes de dar la batalla parlamentaria si lo que se desea es consensuar soluciones y resultados. ¿O no es este el caso? La unilateralidad en la práctica de los parlamentos democráticos no suele dar buenos resultados. Un tema de la trascendencia política como el que nos ocupa no puede ser fruto ni del tacticismo ni de la improvisación. La experiencia del 'plan Ibarretxe' ya fue suficientemente ilustrativa.

Pero digámoslo claro. El PSC tiene todo el derecho a decidir sobre lo que es de su incumbencia como partido. El PSC tiene su programa, su proyecto y su discurso que se inspira en un federalismo que busca una salida del laberinto con una reforma pactada de la Constitución española. El PSC quiere asumir su responsabilidad como partido y lo hace alertando a la ciudadanía sobre aventuras y espejismos que no llevan a ninguna parte. El PSC ha decidido hacer viable e inteligible su opción diferenciada. No lo hace por capricho, créanme, si no porque considera que es lo mejor para los ciudadanos de Catalunya.