Dos miradas

La cosa

EMMA RIVEROLA

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Por cierto, nada, una tontería, es que entre los fastos de la mujer trabajadora, las estadísticas de la desigualdad y el rescate de mensajes feministas sacados del baúl de cada 8 de marzo, pasó sin pena ni gloria una gran noticia para nuestra salud mental y nuestra paz de espíritu: Kim Kardashian nos regaló un desnudo en el que se apreciaba que, tres meses después del nacimiento de su hijo, volvía a estar fantástica. Con sus tetas y su culo XXL y su cintura XXS. Mujeres del mundo que tenemos la mala costumbre de parir y no estar estupendas a los tres meses, ¿a qué esperamos para seguir la estela de la Kardashian? En caso contrario, nunca conseguiremos ser noticia ni motivo de admiración ni un modelo a seguir. Porque se trata de eso, ¿no? Si esos centímetros de piel milagrosamente recolocados merecen la atención pública será que son algo relevante, apreciable, incluso encomiable.

¿Tanto nos cuesta comprender que somos 'la cosa'? Esa cosa que despierta la admiración cuando recupera los estándares de la atracción después de un embarazo o se mantiene maravillosamente esculpida a pesar de la edad. Esa' cosa' que nos define, que parece valer más que los sentimientos o los conocimientos, que alimenta el orgullo del hombre y el sometimiento de la mujer. En los centímetros de cintura perdida, en la caída de las tetas o en la flacidez de los muslos está nuestro fracaso. Por suerte, Kardashian nos dice que sí se puede.