Al contrataque

Corruptos para un museo

JORDI ÉVOLE

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Cuando volvió a los escenarios tras ser condenada por blanqueo de capitales, Isabel Pantoja cantó en Benidorm ante 1.500 personas. Y el mes pasado, si no me equivoco en su último concierto antes de ir a prisión, se colgó el cartel de 'no hay entradas' en una población almeriense. He leído que recibió piropos, flores, muestras de apoyo y hasta hubo pancartas en su defensa. ¿Somos permisivos con la corrupción? Ahí va una respuesta, la de Miguel Ángel Torres, magistrado instructor del 'caso Malaya', que ha llevado al trullo a la viuda de España. Torres ha declarado: «La sociedad española es bastante más permisiva con la corrupción de lo que parece. Convivimos con ella, nos hemos acostumbrado, y aunque la pongamos en las encuestas como uno de los grandes problemas, somos bastante tolerantes con la corrupción». Que eso pase me parece una pena, penita, pena, como dice la copla.

Aunque a lo mejor estoy metiendo la pata, y lo sensato es seguir aplaudiendo a nuestros ídolos aunque sean unos manguis. O, a lo mejor por ser manguis, lo que hay que hacer es aplaudirlos incluso más si nuestro sueño era ser también unos chorizos. Eduardo A. Fabián, profesor de Derecho Penal y codirector del Master en Corrupción de la Universidad de Salamanca, ha indicado: «La corrupción ha sido vista como algo natural. Es la sensación social de no pasa nada, y puede provocar contagio», el contagio de decir, refiriéndose a algún corrupto: «Si yo hubiera estado en su lugar, habría hecho lo mismo». Sí, esa frase me suena.

Núñez, Catar y Messi

Pero hay justificaciones aún mejores para hacer la vista gorda. Por ejemplo, el Barça lo ha bordado. Su directiva ha decidido que su museo siga llamándose Museu President Núñez pese a que este señor ya está en la trena por sobornar a inspectores de hacienda. Y la justificación ha sido que no tiene nada que ver lo que ha hecho fuera del club con lo que hizo en el club. No se puede negar que el Barça ha vuelto a ser coherente, porque no tiene nada que ver cómo trata Catar a los trabajadores inmigrantes con el trato que da al Barça. Qué más da lo que pase en Catar o lo que haya sobornado José Luis. Es más, tampoco hubiese desentonado que el museo dejara de llevar su nombre y pasara a llamarse Museu Messi. Sí, está imputado por fraude fiscal, pero eso no es importante porque, si seguimos siendo coherentes, no tiene nada que ver lo que Messi ha hecho fuera con lo que hace en el club. ¿En qué puede perjudicar a los demás, culés o no, que no pague los impuestos que debería? En nada, si marca goles. Lo importante es que sea muy feliz y no se vaya. Eso, eso. Pero si al final se va, y sigue el debate del museo, siempre nos quedará la opción de sacar a Núñez y que pase a llamarse Museu La Pantoja. Total, es como él: delincuente y su delito no tiene nada que ver con el club.