'La Traviata' del 3% y aquí no pasa nada

Igual que las muelas del juicio, el teléfono fijo es un vestigio de la evolución: ya no tenemos que desgarrar tajadas de carne cruda, de la misma forma que nadie llama a casa, salvo las madres y las compañías peñazo a unas horas muy concretas. Aun así, el otro día piqué: una inmobiliaria que acaba de instalarse en el barrio. Un chico educado, un pobre currinche que se ofrecía a tasar el piso por si me decido a venderlo. “No me interesa, gracias”. Pero antes de colgar, el empleado pronunció algo más en un tono entre la interrogación y la tregua expectante: “¿Todavía no?”.

La coletilla adverbial sonó terrible por las advertencias implícitas: ¿sabe usted que Barcelona se está poniendo imposible?, ¿que el precio medio del alquiler se sitúa ya en los 800 euros? Glups. Con las clases medias cuesta abajo en la rodada, no sabe uno bien hasta dónde… ¿Y si sube a tasarlo? ¿Un por si acaso? Ni por el forro el piso valdría los 360.000 euros ajenos que Fèlix Millet desembolsó por el 'Retrat de la nena Sardà', de Ramon Casas, depositado en su día como parte de la fianza el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), junto con 'Figura de mujer', de Nonell. Dos cuadros valorados en 750.000 euros, valorados en 750.000 euros,calderilla de lo saqueado del Palau de la Música cuando las vacas gordas tenían al personal entretenido con el juego de la hipotecas.

Él mismo fue a llevar los cuadros en un coche particular, sin medidas de seguridad y en lunes. ¿A él qué le importa que los museos no abran los lunes? El pobre Millet está rodeado de 'torracollons'. Con esa misma cara, con esa misma arrogancia que dice “esto es un equívoco inmenso”, acude ahora en silla de ruedas a un juicio donde él y su socio, Jordi Montull, amenazan con tirar de la manta. ¿Y qué? Aunque canten 'La Traviata del 3%', aunque el chapapote de las comisiones ilegales ahogue a Convergència, que ahora se llama PDECat, aquí no pasa nada. 'La vida sigue igual', cantaba Julio Iglesias.

Anochece. El chico de la inmobiliaria cierra la oficina y yo bajo a tirar la basura pensando que a lo peor al MNAC le toca comprar los cuadros para que podamos ir a verlos.