MIRADOR

Corrupción y presión política

La persistencia de Mas por mantenerse en primer plano disminuye las posibilidades del PDECat y embadurna el procés

Artur Mas, ayer, en la comisión de Afers Institucionals del Parlament.

Artur Mas, ayer, en la comisión de Afers Institucionals del Parlament.

XAVIER BRU DE SALA

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Con su habitual mala leche, Esperanza Aguirre ha mandado un regalito a Rajoy. Si ella, que según solloza está limpia como una patena, ha dimitido por no haber vigilado, Rajoy debería seguir su ejemplo. No lo hará porque es un culo di ferro. Su lema, "quién la hace la paga” implica su salvación: “quién ha dejado hacer, no la paga”, “quien ha intentado tapar, tampoco la paga”. Esto no lo cambiará Podemos, que ha quedado gloriosamente aislado en su movimiento destinado, en apariencia, a procurar que salte.

Movimiento que ha sido mal interpretado, porque no va contra Rajoy como parece. No es necesario explicar que la moción refuerza a Rajoy, porque Iglesias, a diferencia de ZapateroSusana Díaz o Pedro Sánchez, es uno de los pocos políticos capaces de prever la segunda derivada. El problema de Iglesias no se llama PP ni C’s sino PSOE y bien tonto sería si no hurgara en sus contradicciones. ¿Alguien le sugiere un estilete más afilado, capaz de dejar con el culo más al aire los socialistas y avanzar más en el propósito de sustituirlos como primer partido de la izquierda? Silencio absoluto. El mensaje de Podemos es invariable: España no cambiará mientras no haya sorpasso.

La presión política aumenta. La situación es explosiva, pero ni en Madrid ni en Catalunya parece que vaya a explotar nada a corto plazo. Y no porque la presunción de inocencia actúe de freno como antes. Cuando las pruebas son tan ostensibles la sociedad no se resigna a esperar años y años a que lleguen las sentencias en firme y exige responsabilidades inmediatas y cuanto más arriba mejor. La diferencia es que en Madrid el poder es de cemento armado, mientras que en Catalunya es de papel de fumar. 

Un papel de fumar que puede desgarrarse. Artur Mas, 'president' del partido del 'president', no tan sólo no vigiló sino que rechaza las evidencias, ignora la presión política y social por la corrupción y se niega a pedir perdón y tirar la toalla. Por fortuna del PDECat y JxS, la CUP lo mandó a la papelera de la historia. Si ahora Mas fuera 'president', la presión por los múltiples casos de corrupción mientras él mandaba en CDC o en Catalunya, el juicio del caso Palau, el ingreso en prisión de su amigo el primogénito de Pujol, la próxima más que probable confesión de quien él mantuvo como numero dos hasta que no hubo más remedio y la difusión de una conversación como la mantenida con Lluis Prenafeta, obligarían a parar el full de ruta hasta que él dejara de liderarlo.

La persistencia de Mas por mantenerse en primer plano en vez de arriar velas por no haber sabido vigilar, por ser el hijo político del 'expresident' Pujol y el padrino político de su hijo Oriol, disminuye las posibilidades del PDECat y, de manera indirecta, embadurna el procés y su propio currículum de líder que llevó al independentismo a las puertas de la mayoría social. Catalunya quiere estar limpia. Catalunya quiere cambiar, y quien ha crecido y vivido rodeado de pujols por todas bandas no puede sustraerse a la caída de la banda.