Corrupción y patriotismo

ENRIC HERNÀNDEZ

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En su tristemente célebre confesión del 25 de julio, ribeteada de gestos de dolor y arrepentimiento en busca de la «expiación» de sus pecados, Jordi Pujol adquirió el compromiso de comparecer ante las autoridades fiscales y judiciales para «acreditar» los hechos por él narrados. Nada de eso aconteció en la comparecencia que el imputado 'expresident' protagonizó el martes ante la jueza: sin aportar documento alguno, se escudó en su tortuoso relato paterno-filial y en distintas evasivas --«No quise saber»; «Tenía miedo»...»-- para mantener entre tinieblas el oscuro origen de la fortuna oculta en el extranjero.

Mientras el patriarca del clan protege con calculados silencios a su familia sanguínea, la prole política suma a esta inesperada infamia una rabia indisimulada ante la decisión de ERC de forzar la comparecencia de Artur Mas en la 'comisión Pujol'  («comisión sobre el fraude y la evasión fiscal», en la jerga oficialista). Tras ahorrarle al 'president' tan amargo trago en cuatro ocasiones, y en plena negociación de la 'hoja de ruta' hacia la independencia, los republicanos tuvieron a bien estrechar la soga el mismo día en que formalizaban el pacto presupuestario que da oxígeno al líder de CiU. Pura casualidad.

Mas había expresado su «total predisposición y disponibilidad» a acudir a la comisión si esta lo demandaba, gesto que le honra y aún honra más el reglamento del Parlament, que le obliga a ello. Aunque pudo hacerlo a petición propia o de CiU, llama la atención que, en vez de agradecer a sus socios la oportunidad que le brindan, lance a los suyos a la caza del republicano insurrecto. Si el portavoz Homs ha censurado la petición Homs porque «va contra las plebiscitarias», el 'conseller' Vila ha cuestionado el patriotismo de ERC Vila  por infligir esta «puñalada» a CiU.

El argumentario

Según el argumentario soberanista, una Catalunya independiente permitiría atajar la corrupción. Un pronóstico que resultaría más creíble si quienes lo formulan fueran predicando ya con el ejemplo. Para colaborar con la justicia, rendir cuentas al Parlament o expulsar a los corruptos no se precisan «estructuras de Estado». Basta con la patriótica voluntad de hacerlo.