La corrupción nostra

Según Rajoy, la corrupción de la Gürtel ya está pagada y las nuevas tramas emergidas en Madrid corre a cuenta de Esperanza Aguirre

Mariano Rajoy, el jueves, en Bruselas.

Mariano Rajoy, el jueves, en Bruselas.

ANTÓN LOSADA

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El PP niega haber pactado con Luis Barcenas. Pero la verdad es que lo parece y a efectos políticos las apariencias cuentan tanto como la realidad. Que el extesorero haya decidido que arramblar con la manta no le va librar de la cárcel y que, al mismo tiempo,  el PP haya concluido que es mejor no azuzarle dialécticamente puede ser una casualidad, pero tampoco lo parece; además en política las casualidades no existen.

En un partido clásico como el PP el tesorero suele ser el mejor pagado por algo. Nadie quiere saber cómo se financia la máquina. El tesorero trae el dinero y los demás no hacen preguntas; ese es el acuerdo y los Populares han logrado mantenerlo. No resulta extraño que todos sus hombres fuertes hayan declarado que lo ignoran o no les consta. El sistema estaba diseñado para que puedan decirlo si algo fallaba. Lo raro es la coincidencia en descargar de toda responsabilidad al antaño delincuente Bárcenas para endilgársela a un inhábil penal como Álvaro Lapuerta. Tampoco resulta extraño que Bárcenas haya cambiado de nuevo su línea de defensa. Lo raro son la coincidencia en el tiempo con la respetuosa asepsia que emplean ahora los populares para dirigirse a él y las sinergias con la defensa Popular.

Esta película ya la hemos visto y siempre la dirige Martin Scorsese. Uno paga en la cárcel y en silencio para asegurar que no le falta de nada a su familia mientras los demás pasean por los tribunales alegando las más completa y “absolutísima” ignorancia. Rajoy y el PP saben que su mayor problema durante lo queda de legislatura no es la economía, ni Catalunya, ni el giro a la izquierda de Pedro Sánchez, ni las arengas de Pablo Iglesias, ni las sesiones de coaching que les quiere endilgar Albert Rivera.

Su mayor amenaza se llama corrupción y desde el principio había decidido afrontarla al viejo estilo: asegurar el silencio y aguantar. Una vez que Bárcenas ha comprendido que lo mejor para su suerte penal pasa por cumplir el trato que iba con su altísimo sueldo, sólo queda evitar que Francisco Correa deje de amagar con ir a contarle secretos al juez cada vez que se siente amenazado por la correlación entre el partido y el extesorero. Para el frente político abierto por la oposición con la investigación parlamentaria, los populares recurren a otra de sus tácticas clásicas y de mayor éxito entre su electorado: utilizar el Senado para dejar claro que todos los partidos son iguales y todos tienen corrupción. 

En la matemática electoral que maneja Rajoy, la corrupción de la Gürtel ya está pagada y las nuevas tramas emergidas en Madrid corren a cuenta de Esperanza Aguirre. El silencio de Bárcenas y los testimonios de Ángel AcebesÁlvarez Cascos o Javier Arenas han preparado el terreno para que el presidente corone la estrategia con una declaración que podemos adelantar en exclusiva: no le consta, lo ignora y pregúntenle a Lapuerta. Después viene el verano y a finales de año arranca el juicio por los ERE, entonces empezará otro partido.