Análisis

Correlación de fuerzas

El 'pressing' a los 'comuns' debilita a los partidarios del referéndum en el partido de Colau y puede ir en contra de la participación del 1-0

Ada Colau

Ada Colau / periodico

ROGER PALÀ

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La decisión del Ayuntamiento de Barcelona de posponer la decisión sobre la cesión de locales electorales para el 1-O ante la suspensión del TC ha encendido los ánimos entre algunos ‘indepes’. Que Ada Colau y los suyos no se impliquen a nivel institucional con el referéndum entra con contradicción con los orígenes activistas de su espacio político. Más todavía cuando la represión del Estado se hace explícita con actuaciones como el registro de la revista ‘El Vallenc’ a la caza y captura de la papeleta. Es normal que el independentismo quiera poner estas contradicciones de relevo. Aún así, abordar esta cuestión des de la crispación puede ser un error táctico.

Un referéndum unilateral no podrá realizarse nunca en condiciones de normalidad. No se votará 'com sempre', sino –como bien ha repetido la CUP– en un escenario de desobediencia y conflicto institucional. Y ante esto, la única garantía para hacer vinculante el referéndum es una participación que desborde las expectativas. Esto será difícil de lograr solo con una masiva movilización del votante ‘indepe’. Habrá que ir más allá.

Es difícil medir el éxito de movilización en una votación que no será homologable a ninguna otra por el clima hostil generado por el estado. Pero también sabemos que la infraestructura del referéndum tiene que estar pensada para llegar más lejos que el proceso participativo del 9-N. En aquella consulta, donde podían votar menores de 18 años y los inmigrantes con tarjeta de residencia, lo hicieron 2,3 millones de personas y el ‘sí’ logró 1,89 millones de votos. Un año después, al 27-S, Junts pel Sí y la CUP sumaron 1,96 millones de votos. Si no quiere que sus adversarios desacrediten el resultado, el independentismo tendría que procurar que el 1 de Octubre los votantes del ‘sí’ se aproximaran a esas cifras, y que la participación fuera, como mínimo, similar a la del 9-N.

Traba técnica relevante

El referéndum tendrá més éxito en la medida que en Catalunya en Comú se imponga la tesis que hay que llamar a votar. Y aquí pueden contribuir dos factores: el incremento de la represión por parte del Estado y una mayor empatía por parte del mundo ‘indepe’. Es lógico que el independentismo busque explicitar las contradicciones de los 'comuns'. Pero este ‘pressing’ puede debilitar las posiciones de los partidarios del referéndum en el partido de Colau y, al mismo tiempo, limitar las expectativas de participación el 1-0.

Es obvio que la no implicación del Ayuntamiento supone una traba técnica relevante. Pero la apertura de los espacios de votación quizás puede solucionarse por vías imaginativas: el Consorcio de Educación de Barcelona dispone en su catálogo de 239 escuelas e institutos. En este organismo la Generalitat ostenta la mayoría al consejo directivo y tiene capacidad decisoria. En unas elecciones normales, en Barcelona hay aproximadamente unos 280 colegios electorales.

La movilización independentista es fenomenal, pero hay una parte de la sociedad que, si bien es sensible a la demanda de más soberanía, no se siendo interpelada por el ‘tenemos prisa’. Ante esto, hay que hacer un análisis de la correlación de fuerzas y actuar con la cabeza fría.