Gente corriente

Helios E. Quintas: «Sí, yo coqueteé con la muerte en mi depresión»

Helios E. Quintas ha puesto palabras allí donde la depresión deja solo silencio y dolor, para contar cómo él la superó.

«Sí, yo coqueteé con la muerte en mi depresión»_MEDIA_1

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CARME ESCALES

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El filósofo Aldous Huxley (1894-1963) decía que «la experiencia no es lo que le sucede a alguien, sino lo que esa persona aprende de lo que le ha sucedido». Un abrigo de doble capa, pues: lo que pasa fuera y lo sentido dentro. Eso es lo que narra el libro 'Momentos de lucidez', sobre la experiencia de la depresión que Helios Edgardo Quintas Díaz (Mar del Plata, Argentina, 1961) vivió, lo aprendido en ella y cómo la superó. Editó una especie de manual que abre su aprendizaje a quien atraviesa una depresión. También a familiares y amigos que sufren silencio y dolor por esa vivencia, que hoy celebra su Día Europeo.

-¿Qué siente al mirar atrás su depresión? Siento que nací de nuevo, y que fue gracias a la terapia. Si la haces a conciencia, en una terapia aflora lo que te duele. Los pensamientos son primos hermanos de los sentimientos, están conectados. Y, en la depresión, los pensamientos están enfermos, y se imponen, por eso los sentimientos son negativos. La depresión no te deja elegir qué pensar, te ata a esos pensamientos enfermos. La medicación y la terapia deshacen ese nudo.

-¿Cómo se elige a un buen terapeuta? Preguntando al médico de cabecera; en el Col·legi Oficial de Psicòlegs, en Catalunya, o a otros pacientes. En cada pueblo y ciudad hay profesionales que son referentes.

-¿Y cómo saber si se ha acertado? Al psicólogo hay que contárselo todo, hasta las tripas, las peores cosas que te puedan pasar, porque todo eso serán sus herramientas para ayudarte. Si en las sesiones no surge todo de ti, o no te abres, es que no has dado con el profesional adecuado, y deberías buscar al que lo sea. La única manera de curar una depresión es parar y dialogar contigo mismo, revisar tu vida, sacarlo todo, sin miedo. Y el buen terapeuta es el espejo que te completa lo que tú no ves.

-¿Cómo empezó su depresión? A finales del 2009 empecé a tener problemas digestivos y a dormir poco y mal. Me levantaba a las seis para ir a trabajar -instalaciones eléctricas a domicilio para una empresa-. Y de noche me daban la una coordinando acciones para la Organización Internacional de Descendientes de Españoles (OIDE), que yo presidía y que ayuda a hijos y nietos de descendientes de españoles [él es nieto de gallego] a conseguir la nacionalidad. Me enfadaba constantemente con todos, con los voluntarios de la OIDE, con mis hijos, todo me enfurecía y alteraba.

-¿Hubo algo que hiciera de detonante? Sí, lo hubo. Fui a mirar una caldera a casa de una pareja de ancianos. Me preguntaban por qué no funcionaba y yo les contesté mal. Les dije que no lo sabía y que dejaran de quejarse. Y me fui porque sentí que yo no estaba bien. Les dejé sin arreglarles el problema y les hablé mal. Y de repente me encontré sentado en el banco de un parque, sudando. Ese día decidí buscar ayuda, porque vi que podía herir a los otros.

-¿Y a usted mismo? ¿Durante la depresión pensó en algún momento en morir? Sí, yo coqueteé con la muerte en mi depresión. Nunca he pensado tanto en la muerte como lo hice durante la depresión. Pero pensar en mis hijos, mi madre, mi oenegé, y en dejar colgada a gente me frenaba.

-¿Qué fue clave para curarse? Mi jefe, que entendió mi situación -cinco meses de baja y casi dos años de recuperación-, mi médico del CAP y mi psicóloga. Y vivir en el ahora, gracias al 'mindfullness'.

-Su proyecto www.momentosdelucidez.com engloba talleres para todo el mundo en Procornellà. ¿Qué persigue con ellos? Hablar de la depresión. Cuanto más sepamos de ella, más fácil será combatirla. Por eso creo que psicólogos, psiquiatras y médicos deben dar charlas en las escuelas.

-¿Cómo ve la vida ahora, sin depresión? Con amplitud, veo muchas opciones.