Cooperativismo contra la crisis

Una tienda de Abacus en el barrio de Sant Andreu.

Una tienda de Abacus en el barrio de Sant Andreu. / ALEJANDRO GORDO

Olga Grau

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La tecnología se ha apropiado del concepto innovación casi por completo en el siglo XXI. Pero la innovación no siempre va asociada necesariamente a descubrimientos científicos, a algoritmos o a la inteligencia artificial o la robótica, por más que estas invenciones sean mucho más llamativas o se extiendan muy rápido gracias a la capacidad de captar usuarios. Innovación es todo aquello que representa progreso, que mejora la vida de las personas. Y consiste en utilizar el conocimiento para construir un nuevo camino que lleve a una determinada meta. El nacimiento del cooperativismo en el siglo XIX fue una gran innovación en su momento. Grupos de trabajadores se asociaron para poder gestionar ellos mismos su capacidad de trabajo, aportar mejoras a la comunidad y gestionar el excedente empresarial o beneficio para mantener su medio de vida que es el trabajo a la vez que se satisfacían necesidades sociales.

Ahora, tras una década de crisis económica que ha dejado un mercado de trabajo depauperado y con una alta tasa de temporalidad, el cooperativismo reivindica su razón de ser y su vigencia como modelo innovador de progreso social.

Un ejemplo es el de la cooperativa catalana Abacus, la mayor de Catalunya fuera del sector agrario. Con más de un millón de socios y acercándose de nuevo a la facturación de 100 millones de euros que perdió durante la crisis, esta cooperativa que cumple ya 50 años es una clara muestra de cómo se puede construir un modelo de negocio social y longevo en un sector tan competitivo como el comercio frente a  gigantes como Amazon o Ebay. Abacus compite con los videojuegos y las tablets con una oferta de juegos y de material educativo que reivindica que los niños jueguen entre ellos y usen la imaginación y sus manos en el entretenimiento. Sus trabajadores son a la vez socios que se implican en el progreso de la entidad y que colaboran para que los centros de venta sean espacios en los que se comparten experiencias y se reúnen las familias. Es una innovación caso milagrosa en un momento en el que se debe reivindicar que la tecnología debe integrar y no aislar.

Y Abacus no es el único ejemplo. Las cooperativas catalanas han sido muy activas en apostar por la innovación en todos los ámbitos. En el agrario, los socios trabajan por abarcar toda la cadena valor y dar el salto también a la transformación del producto agrario y a su venta directamente a los consumidores atendiendo a las nuevas demandas del mercado. La innovación ha permitido que el sector cooperativo haya crecido en los últimos años años y haya pasado de 4.050 cooperativas en el 2008 a 4.350 entidades en el 2016 con un empleo total de 45.500 trabajadores. Con innovación y con muy poco ruido.