El problema de las adicciones

El control del consumo de alcohol es un reto de toda la sociedad

La solución no pasa solo por aumentar los impuestos

Un grupo de jóvenes hacen botellón, el pasado 4 de noviembre, en la zona de ocio nocturno de Mataró.

Un grupo de jóvenes hacen botellón, el pasado 4 de noviembre, en la zona de ocio nocturno de Mataró.

CARLOS RONCERO

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En un país mediterráneo, con amplia tradición vitivinícola, el consumo de alcohol de una manera puntual por la población general no nos debe alarmar. Sí que es peligroso y con consecuencias –desgraciadas en algunas ocasiones– tanto el consumo puntual compulsivo como el consumo regular mantenido de bebidas alcohólicas o los patrones que incluyan ambos elementos.

Por otra parte, debemos ser conscientes de que se debe tener especiales precauciones en poblaciones vulnerables. Dentro de estos grupos se debe destacar a los adolescentes, debido a que el proceso de maduración de su cerebro esta aún incompleto, las mujeres embarazadas, ya que presenta riesgos no solo para ellas, y las personas que padecen distintos trastornos psiquiátricos, ya que ellos tienen gran riesgo de desarrollar una adicción al alcohol, generando un cuadro que actualmente se denomina como patología dual.

PATRÓN COMPULSIVO

El patrón del consumo de alcohol, especialmente en nuestra población más joven, está cambiado y, en ocasiones, el uso de alcohol se realiza con patrón compulsivo, lo que genera problemas médicos, psiquiátricos y de accidentabilidad. En este sentido, las autoridades deben ayudar a educar a la población para que comprendan los riesgos del consumo de alcohol y, por supuesto, del resto de las drogas.

Se conoce que las políticas restrictivas o de encarecimiento del precio disminuyen el contacto con el alcohol y, para algunos grupos, pueden suponer una protección. Sin embargo, las legislaciones exclusivamente restrictivas o basadas solo en las subidas de impuestos, aunque pueden disminuir el acceso al alcohol en algunas poblaciones, no son la solución. Incluso pueden tener efectos paradójicos, como llegar a favorecer el consumo de alcohol de peor calidad. Lo que es evidente es que solo con esas políticas no se solucionarán los problemas o los trastornos relacionados con el consumo de alcohol, especialmente en las personas altamente vulnerables.

Toda la sociedad debe ser consciente, sin demagogias, de los riesgos tanto personales de desarrollar una adicción u otras enfermedades, como sociales de tener accidentes y padecer problemas laborales y familiares. Autoridades, población en general y los profesionales de la salud debemos fomentar el control y el uso racional, que en algunos casos debe incluir la abstinencia total, del alcohol.