OPINIÓN

Contra la televisión

XAVIER BRU DE SALA

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¿Qué es más propio de la Europa que nos sirve de guía y espejo, disponer de unos medios públicos de comunicación competitivos y con alta audiencia o minimizarlos en beneficio de las cadenas privadas y en perjuicio del pluralismo? La pregunta se responde sola. España ha dejado de creer en los modelos de los países más avanzados del norte. Del mismo modo que no ha creído nunca en el autonomismo o el federalismo pero se tuvo que conformar -en mala hora, piensan- tampoco han forjado unos medios públicos audiovisuales potentes e independientes. RTVE era cosa de los dos socios de bipartidismo. En su interior impera una suerte de ley de turno que decanta la balanza hacia el plato del que gobierna. Así ha funcionado en la no muy larga pero cada vez mas imperfecta democracia que manejan entre dos pero al gusto de la derecha.

La idea de servicio público no entra en las mentes pensantes de la nación española. Por eso se extingue el pacto bipartidista sobre los medios públicos. Se trata de una decisión unilateral del PP, que encuentra más afinidades y complacencias en las grandes privadas que en la pública, aunque mande.

Conociendo a la derecha española, incluso la que viste piel de cordero centrista, no tiene nada de extraño. Lo que parece mentira es la aquiescencia del PSOE. Una vez ganada la batalla del aborto -gracias a los sondeos que han asustado en La Moncloa, no al genio político de los dirigentes socialistas, que ya habían abandonado el tema-, se abstienen de levantar el dedo ante la progresiva laminación destinada a convertir la televisión pública en residual. En vez de montar una gran campaña para salvar RTVE -y de paso dedicar un apéndice a nuestra Corpo, obligada a sufrir doble férula, privatizadora y centralista- los socialistas se apuntan a la dejación. De los de allá no se puede esperar más. ¿Y de los de aquí? Todos lo pagarán. Pero todavía sufrirán más la cultura y el pluralismo.