SOBRE LAS EMOCIONES

Contra la prudencia

La prudencia, la delicadeza, lo que siempre he considerado sentido común y buena educación pueden mantenerte al margen de las situaciones complicadas

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JENN DÍAZ

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Cuando tus hermanos tienen ocho y diez años más que tú, y eres la pequeña de la familia y todos a tu alrededor son adultos intentando hablar de cosas que, en principio, a una niña como tú no deberían de interesarle, aprendes a pasar desapercibida, valoras la discreción y la prudencia es tu mayor aliada. Cuando dejas de ser una niña en sobremesas de personas mayores y te conviertes en parte activa de lo que ocurre a tu alrededor, ya no tienes por qué ocultarte y camuflarte, tus dotes felinas y observadoras son virtudes pero no pura supervivencia. Pero es difícil renunciar a esa mirada y a la pasividad en las circunstancias. La vergüenza y el pudor adulto con los años se suman a la invisibilidad y ahí la tenemos, una mujer que a menudo no sabe cómo actuar en circunstancias puramente adultas, de las que quería participar hace unos años y que ahora le vienen grandes.

La prudencia, la delicadeza, lo que siempre he considerado sentido común y buena educación pueden mantenerte al margen de las situaciones complicadas, en las que un exceso de pudor y respeto te alejan a años luz de los problemas de los demás. Los problemas de verdad, los que no tienen solución. Durante años fui incapaz de decirle a mi hermana que la quería, hasta que me di cuenta de que escribiendo las cosas me sentía mucho más segura, y ya no tenía por qué quedarme con pendientes evitables.

Mantener la distancia

Cuando una persona cercana, no un familiar, no una amistad íntima pero sí cercana está sufriendo, la cabeza te pide que no seas indiscreto, quieres ser considerado y generoso, pero no una curiosa; de modo que te alejas, mantienes la distancia necesaria entre el espacio que consideras adecuado y tu preocupación.

Bien, esa prudencia, con el tiempo, pasa factura. Incluso escribiendo estas líneas, por querer ser demasiado respetuosa y no hablar con claridad por pudor, estoy siendo un poco rebuscada. Contra la prudencia quería escribir, la que te aleja de las personas que están sufriendo, que están enfermando, que están muriendo, a las que ya no podrás decirles que sí, cómo no, te importaban.