Contaminar no siempre es negativo

La noticia impresiona: la alta suciedad que se acumula en el área de Barcelona, en su atmósfera, causa unas 3.500 muertes cada año.

Parece que los vehículos más contaminantes verán restringida la posibilidad de circular... Víctor Vargas lo ha explicadoVíctor Vargas  en este diario. El objetivo es la reducción del 30% de la carga contaminante vinculada al tráfico. La Organización Mundial de la Salud pide la reducción de un 10% de las emisiones sobre el asfalto. Pero no se trata del asfalto solamente. La contaminación se produce también por unos hechos que nacen de la naturaleza. Y además, esta palabra, contaminación, es de uso corriente en nuestro vocabulario social.

Un crítico de arte podrá decir que la obra de un pintor está contaminada por la de otro artista, habitualmente más famoso. Me parece que todos hemos experimentado, en un momento u otro, risas y llantos que contaminan. A veces en un tanatorio se encadenan los llantos y en un teatro se contagian los aplausos. Para eso se inventó la claque, el grupo de personas, a menudo pagadas, que tienen la misión de entusiasmarse ante la actuación de un actor.

El contagio no es exclusivamente físico. Muchas ideas, decisiones o preferencias se explican por esa fuente de contagios que es el ser humano. En la moda, en la obra literaria, en el mundo del arte, se puede comprobar la importancia de la contaminación. También existe la contaminación lingüística. Una nueva costumbre puede imponerse a la sociedad.

La contaminación es juzgada, habitualmente, como un hecho negativo. Pero me parece prudente recordar que es una influencia y que no tiene que ser forzosamente negativa. Popularmente, contaminar se asocia a ensuciar. A mí me gustan los contagios que enriquecen ideas y actitudes.

Alguien, o algún libro, cuando yo era adolescente me contagió la pasión por la escritura. Una especie de enfermedad que no ha sido mortal.