OPINIÓN
Consumir de otra manera
El consumo se adapta a las transformaciones sociales, económicas y culturales. Es el mejor termómetro para entender los cambios que vive una sociedad. No vive ajeno a las dificultades de las familias para llegar a final de mes en España, como tampoco a las innovaciones tecnológicas que facilitan y abaratan las compras. La crisis económica de los últimos siete años ha transformado los valores de la sociedad. La distinción entre lo que es necesario y lo que es fútil ha modificado los hábitos de consumo de una forma muy intensa y la tendencia no es reversible.
Las compras ahora se realizan de manera mucho más racional, el cliente valora el precio y la utilidad de lo que compra. Han irrumpido nuevas fórmulas de bajo precio, cadenas de distribución que apuestan por los descuentos, ha aumentado la penetración de la marca blanca en las firmas de distribución y la compra a través del comercio electrónico siguiendo el rastro de más calidad a menor precio, ofertas y promociones.
Las grandes marcas internacionales, las más vanguardistas, son conscientes de que la tendencia a comprar a través de internet ha venido para quedarse. Las tiendas físicas se han convertido en un escaparate en el que los clientes van a ver y tocar la mercancía, probársela, anotarse la talla y el modelo para después comprar el mismo producto a través de una web. Los consumidores se están acostumbrando a utilizar todo tipo de buscadores y comparadores para encontrar los mejores precios, la fidelidad a un establecimiento ha desaparecido, al menos para los más jóvenes, que ven el mundo a través de las pantallas de sus tabletas, de los iPhone y Android. Hace 20 años, quien quería viajar reservaba su estancia a través de una agencia de viajes, mientras que ahora el mundo virtual ha desplazado a este sector y apenas se compran billetes de avión acudiendo a la ventanilla de una establecimiento o del aeropuerto
Las empresas han tenido que adaptarse a las necesidades de los clientes. Quién no se adapta, no sobrevive. Hoy en día proliferan las aplicaciones de móviles que permiten comprar cualquier cosa en cualquier sitio desde cualquier lugar con sencillos pasos. Con la tecnología de geolocalización es más fácil que nunca poner en contacto usuarios para que intercambien bienes de segunda mano y comprueben su calidad y utilidad quedando físicamente para ver los productos. El mercado de lo usado, que en España nunca ha tenido gran penetración, a diferencia de los mercados nórdicos, ha empezado a dinamizarse gracias a la tecnología. Y junto a estas fórmulas conviven también otras tendencias, como el consumo efímero, que tiene su traslación en las denominadas pop-up stores, tiendas que están abiertas un mes para mostrar un producto y que al cabo de este tiempo cierran para dar lugar a otro concepto. Una fórmula que también se ha adaptado a los restaurantes. Conceptos nuevos para nuevos tiempos.
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