Editorial

El Constitucional no sorprende

La ratificación de la tesis del TC sobre la soberanía no debe hacer olvidar su invitación al diálogo entra las partes

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El Tribunal Constitucional (TC) emitió ayer la esperada sentencia sobre la ley de Consultas del Parlament y el decreto de convocatoria de la del 9-N realizada por el Govern. Queda pendiente, aunque no parece que vaya a suponer cambio alguno, el recurso contra el proceso participativo convocado cuando el Gobierno del PP recurrió la consulta. El fallo no ha sorprendido. El TC declara inconstitucionales los dos artículos nucleares de la ley y la convocatoria que de ella se deriva. Argumentos previsibles, como la competencia exclusiva del Estado para convocar consultas-referéndums, han logrado de nuevo la unanimidad del tribunal, como ocurrió en marzo del año pasado en el fallo contra la declaración de soberanía del Parlament, de enero del 2013.

El Constitucional es un órgano que no se sustrae a la pérdida de credibilidad de muchas instituciones del Estado -incluidas las de las autonomías-, en especial tras el lamentable caso del Estatut, que desembocó en la sentencia de julio del 2010. El conocimiento de que su presidente actual había sido militante del PP no ha contribuido tampoco a restaurar su imagen. Ahora bien, el hecho de que la sentencia esté suscrita por unanimidad indica que las distintas sensibilidades aprecian el litigio de forma similar.

Sin embargo, tampoco en este caso ha de pasar desapercibido que el tribunal, al margen de ratificar criterios de soberanía única y competencias exclusivas estatales, reitera la invitación al diálogo entre instituciones, que ya escribió en el fallo de marzo del 2014, porque «la Constitución no aborda ni puede abordar expresamente todos los problemas que se pueden suscitar en el orden constitucional, en particular los de la voluntad una parte del Estado de alterar su estatus jurídico». El Govern y los partidos que apoyaron el 9-N forzaron, a criterio del TC, los límites constitucionales, pero también es cierto que el Gobierno de Rajoy hizo caso omiso a la vía de diálogo que le abrían los magistrados. Lamentablemente, no parece que las cosas vayan a ir por una senda nueva. Ayer mismo, Artur Mas se sintió respaldado ante la negativa del TC para insistir en que las elecciones del 27-S serán el sucedáneo de la consulta -«la única puerta que nos dejan abierta», dijo-. Con estos mimbres, las aguas vuelven a agitarse, a la espera del curso que tome la imputación de Mas, Ortega y Rigau por la celebración del 9-N.