LAS VACACIONES DE .... Frankenstein

Congreso en Praga

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Había otras posibilidades de pasar el verano, como por ejemplo ir a Estocolmo, hacer un ruta turística y visitar el museo de los Abba, que es un grupo que siempre me han gustado, sobre todo ellas. Pero desde que el doctor Frankenstein tuvo la idea de construirme a partir de piezas sueltas que iba encontrando en el cementerio (os ahorro los detalles) cuesta mucho, una vez emancipado, pasar desapercibido. Quiero decir que coger un avión es un problema, porque todo el mundo te mira y están los que lloran agarrados a las faldas de las madres, y hay quienes chillan: «Mira, mira, el monstruo de Frankenstein». Francamente, no hace gracia, sobre todo si resulta que no tienes interés en volver a sentir el resoplido de las antorchas en medio del bosque y cuando ya estás harto de encontrar a determinadas niñas (las que no tienen miedo porque son inocentes) que te regalan flores y luego no sabes qué hacer. De las flores. Y de las niñas.

Descartada Suecia, pues, cojo el coche y voy a Praga, donde está previsto un congreso de personajes creados de la nada, construidos a la manera de los rompecabezas que, de golpe, toman vida. Praga, por supuesto, es un lugar privilegiado, un escenario fastuoso para el encuentro. Nos acogerá el Gólem, figura de barro o de piedra que se activa y se desactiva cuando un rabino adiestrado le escribe en la frente verdad (se activa) y cuando le borra la primera letra en hebreo, y se queda con la palabra muerte (se desactiva). Bueno, quiero decir que haremos sesiones como esta, talleres y pósters. Y, al final, habrá visita guiada y una cena de celebración.