Aviso al navegante
La militancia convergente no quiere ser tratada como títeres
Los militantes convergentes han hablado: Son disciplinados y no cuestionan el liderazgo moral de Artur Mas. Son ordenados y aceptan su fórmula de tándem con Neus Munté. Pero no aceptan que se les trate como si fuesen títeres. Si se les pregunta quieren tener opinión y no solo la que le convenga a la cúpula.
El congreso de este fin de semana es lo más parecido a un ejercicio catártico que habrá vivido este partido en años. Un tiempo en que han visto a su fundador confesar que era un defraudador fiscal. Y han aguantado. Han asumido un pacto con un partido anticapitalista. Y han apechugado. Comprueban como elección tras elección su trabajo obtiene cada vez menos frutos. Y resisten. Pero han dejado claro que exigen que, a cambio de este apoyo incondicional, se les tenga en cuenta de verdad.
En los próximos días asistiremos a negociaciones entre las distintas corrientes que conviven en el ahora Partit Demòcrata para que la selección de los 12 apóstoles y, sobre todo, del destinado a ocupar la silla de coordinador, no sea una guerra. El nombre de Jordi Turull si sitúa en el epicentro de la pugna entre el ‘masismo’ y el resto. Sería bueno que nadie olvide que la última palabra la tendrán las bases.
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