Pequeño observatorio

El confuso y trágico Oriente

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Creo que nunca había visto una explosión de violencia tan terrible, tan continuada, como la que últimamente se ha instalado en Oriente, tal vez haya que decir Oriente Próximo.

¿Qué está pasando? ¿Alguna doctrina religiosa intransigente, de origen ancestral, se entremezcla con algún tipo de ambición política? Si siempre me ha interesado la geografía, tengo que reconocer que mis conocimientos de historia son muy vagos.

Ian Gibson publicó en este diario un artículo -excepcional, a mi modo de entender- con el título Yahvé, el cruel y con esta explicación inicial destacada: «El Antiguo Testamento, al pie de la letra, es pura dinamita». Así se lo toman, parece, los judíos ultraortodoxos.

Estuve en Israel hace ya bastantes años, quizá más de 30, y me moví por Jerusalén y por otras poblaciones sin ver ninguna escena violenta. Las únicas discusiones se producían en los mercados, pero perfectamente controladas de forma solidaria entre vendedores y compradores.

También fui al mar Muerto que me pareció el lugar más tórrido de la Tierra. Recordando aquel viaje, he intentado superponer las imágenes bélicas y destructivas que llenan los medios de comunicación a unas imágenes populares que no se me han borrado.

Curiosamente, allí donde nacieron hace siglos potentes religiones ahora la potencia es la de las armas. Gibson, que ha leído el Antiguo Testamento, dice que Yahvé, el Dios hebreo, le ha parecido un tirano abominable. ¿Deberíamos entender que los monoteísmos son peligrosos porque pueden caer en el fanatismo? «Sí, de eso saben mucho los cristianos que estuvieron matando durante siglos en nombre de Dios y de su hijo crucificado».

Yo no conozco ni mínimamente la historia de Oriente, solo sé que es una historia que incluiría una radical diversidad de creencias irreconciliables, luchas de poder a todos los niveles. Atentamente leídos, los libros santos no parecen serlo mucho.