Confidencial

Uno de los recursos más habituales en los juicios con muchos ex-jerifaltes, togas doradas y cuerpos del Estado a ambos lados de la sala --unos acusadores, otros acusados- es la grandilcuencia. Su objetivo, ocultar lo gordo entre carnaza de fácil consumo. El caso de las black de Caja Madrid y Bankia no va a alejarse de estas pautas.Conviene por tanto no olvidar lo sucedido a finales del 2013. Se descubren casualmente unos correos de Blesa con el apetitoso título de confidencial. confidencialUna secretaria responsable que avisa, un juez que acierta en el fondo pero no en las formas (Elpidio Silva) y la intervención de Goirigolzarri. 

Dice Blesa que durante 23 años ni el Banco de España ni los órganos de control internos detectaron ninguna anomalia. ¿Internos? Con 65 tarjetas repartidas, ¿cuántos lazarillos tocarían por cada ciego? Confidencial. La picaresca sí tuvo su mérito: tales gastos inconfesados se cargaban en la partida de contingencias generales por las tarjetas robadas a clientes. En una entidad con tantos millones de tarjetas emitidas, ¿quién iba a mirar esos pellizcos continuados? Pero con esta distracción nos ocultan lo principal: esos 65 gestores crearon y avalaron el peor agujero de la historia reciente de la banca europea. Y eso no se juzga.