LARGO PLAZO

La condena de un banquero

Todos los políticos a los que sirvió Blesa desde José María Aznar hasta Alberto Ruiz Gallardón o Esperanza Aguirre le dieron la espalda

Aznar y Blesa, en el 2006.

Aznar y Blesa, en el 2006. / ep

OLGA GRAU

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El suicidio de Miguel Blesa en una finca de caza de Córdoba de un tiro en el pecho ha conmocionado a la opinión pública por lo que ha representado su figura en las dos últimas décadas. El exbanquero del PP, amigo íntimo de José María Aznar, era el símbolo de la España del pelotazo inmobiliario, de la politización de las cajas de ahorros, de los excesos, de la soberbia y del rescate financiero que llevó a España a la ruina y dejó una factura de más de 60.000 millones por pagar a futuras generaciones.

El caso de las tarjetas black de Caja Madrid Caja Madrid fue precisamente el que desnudó a Blesa frente a la opinión pública. Desde el rescate millonario de Bankia era ya sabido que el banquero condujo a la caja de ahorros a la ruina con la connivencia de todos los que estaban en el consejo de administración, tanto del PP, como del PSOE, Izquierda Unida, CCOO y UGT. 

Pero el escándalo que a los ojos de la ciudadanía hizo plástico todo el abuso fue el de las 'tarjetas black'. Desde el punto de vista estrictamente económico, representó un desvío de fondos de las caja de 15,5 millones de euros, nada comparado con los más de 22.000 millones de euros que recibió Bankia de ayudas públicas y nada en comparacion con los pufos inmobiliarios que afloraron y la morosidad desbocada de la caja madrileña.

Pero ahí se les cayeron las máscaras a los directivos que supuestamente debían haber velado por el buen hacer de la caja. No solo la gestionaron con intereses particulares y partidistas, si no que vivían a costa de ella y se servían de tarjetas de crédito opacas para disfrutar de todo tipo de lujos.

Para Blesa, un señorito andaluz altivo y orgulloso, fue un golpe que la opinión pública se enterara de sus pequeñas intimidades. Gastó en todo tipo de lujos. Le encantaban los viajes caros, las cenas en el Ritz, sacaba dinero de 600 euros en 600 euros del cajero, y tiraba de tarjeta para comprar bolsos en Louis Vuitton y vinos caros. Blesa no fue condenado por hundir la caja de ahorros, ni por ningún caso de financiación ilegal al PP, ni por haber desviado fondos a paraísos fiscales. Si hubo sospechas, nunca se pudo probar ni se abrió investigación judicial ninguna.

Ironías de la vida, Blesa fue condenado a seis años de cárcel por gastar 436.000 euros con las tarjetas opacas de Caja Madrid. Como todos los grandes egos, su mayor castigo fue el ostracismo social. A todos los que sirvió, le dieron la espalda. Blesa no actuó solo en el saqueo de Caja Madrid. A su lado estaban José María Aznar, Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy y todo una generación de políticos de todos los colores que no han ido a su funeral. Su mayor condena.