Con unas cañas

ENRIQUE DE HÉRIZ

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Hace algunos años tuve una larga conversación con Albert Sánchez Piñol, con discrepancias resumidas por él en su última frase: «Me gustaría poder pedir la independencia de Catalunya sin que me descalifiquen como a un terrorista.» «Y a mí hablar de la conveniencia de seguir en España sin que me llamen facha», le contesté. Pagamos las cañas y nos despedimos con un abrazo.

La traducción al castellano de La pell freda y Mentira se habían publicado con pocos meses de diferencia en el catálogo de Edhasa, con la consecuente coincidencia en diversos viajes y actos promocionales. De eso nos conocíamos. Creo que nos granjeaba una cierta complicidad la sensación de que nuestras novelas hablaban de cosas parecidas: la construcción mítica de la identidad, el reconocimiento del «otro» como una invención. Él se ganó, además, un doble respeto por mi parte: el que le corresponde como buen novelista y el que merece su esfuerzo por tener una mirada y una opinión propias. Cuando la cuestión identitaria coloniza el debate político, discrepo de algunas ideas suyas. Hay otras que no alcanzo a entender, como la tesis de que se puede ser independentista sin ser nacionalista. Por eso leo sus columnas. Y por eso reclamo que el Estado español le conceda sus espacios públicos (y el Cervantes lo es). (Me consta, además, que en las presentaciones de sus libros Albert Sánchez Piñol pone un empeño particular en huir de lo circense y centrarse únicamente en la literatura).

A muchos nos parece horrible y falaz que quienes representan al Estado español en Catalunya lo señalen como enemigo. Pero a veces los torpes aparatos del estado se empeñan en dar veracidad a esa falacia. Cada uno tiene su idea de qué, quiénes, cuándo y dónde deberemos votar, pero todos sabemos que solo las urnas podrán dar validez a la solución de este pesadísimo asunto.

Cuando llegue el momento, quiero estar seguro de haber oído con todo detalle los argumentos de los «otros». Los de los «míos» me los sé de memoria. Aquí tenemos que hablar todos. Y, si puede ser, con unas cañas.