MODELOS ESCOLARES

Complicidades en la innovación educativa

Toda intervención en el ámbito escolar debe valorarse como plenamente educativa, incluidos el recreo, el comedor o las actividades extraescolares.

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JOSEP ORIOL PUJOL HUMET

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La innovación educativa es una necesidad que genera amplio consenso social. La gran mayoría de escuelas progresan adaptando mejoras en las metodologías educativas. Captar la atención y el interés de los niños, incorporar nuevas tecnologías y recursos que estas popularizan como los buscadores o la Wikipedia y la evaluación externa homogénea de los resultados escolares, son elementos que han influido en la enseñanza forzando la superación del modelo tradicional.

Iniciativas como Escola Nova 21,Escola Nova 21 aún bastante inconcretas y presentadas por algunos de forma contrapuesta a un modelo escolar que se está quedando obsoleto, son punta de lanza de una renovación que se está imponiendo. Este agrupa iniciativas más sólidas como Horitzó 2020 de las Escuelas Jesuitas, la integración de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner del Colegio Montserrat, el proyecto pedagógico SUMMEM de los Escolapios, las iniciativas de las escuelas públicas Joaquim Ruyra de L'Hospitalet o Mont Perdut de Terrassa y bastante más, con voluntad de renovación.

INTEGRACIÓN DE CONTENIDOS Y COMPETENCIAS

Una gran mayoría de centros incorporan el trabajo por proyectos como experiencia para favorecer la integración de contenidos, destrezas y competencias, además del aprendizaje de conocimientos generales imprescindibles para estructurar el conjunto del saber. El trabajo en equipo, las relaciones, el desenvolverse en público, son habilidades imprescindibles en el mundo de hoy de las que se tiene especial cuidado. Todo ello con la voluntad de hacer crecer al niño de acuerdo con un modelo de persona que da sentido a cada centro y que se concreta en el ideario, en unos valores positivos explicitados en el proyecto educativo. 

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Si releemos el último párrafo podemos fijarnos en que esta definición sirve tanto para la escuela como para el modelo de ocio educativo de un centro de 'esplai', de un grupo 'scout' o de un proyecto riguroso de atención al comedor escolar y a las actividades extraescolares. Son muchas las entidades sociales de nuestro país que hace años trabajamos desde estos criterios para una educación integral del niño. Entre todos, escuelas y entidades, deberíamos encontrar complicidades para alcanzar un proyecto educativo común y complementario. Toda intervención en el ámbito escolar debe ser educativa, y por tanto también el recreo, el comedor o las actividades extraescolares. Para hacerlo posible hay que valorar también los momentos de ocio como plenamente educativos, responsabilizarse de que los educadores tengan unas condiciones laborales dignas y definir conjuntamente cómo estos espacios contribuyen en el proyecto educativo del centro.

RECONOCIMIENTO DEL EDUCADOR

Y de la misma forma en que los modelos educativos de éxito, como el finlandés, se basan principalmente en una cuidadosa selección y posterior formación de los maestros y profesores, unida a un reconocimiento social de su función, es fundamental procurar para la escuela un equipo de educadores en el tiempo libre con experiencia, a menudo voluntaria, y una formación rigurosa desde organizaciones sociales con fines educativos. El ocio educativo y la escuela se convierten en muchos centros cómplices esenciales en formar competencias para la vida, en humanizar en todas las dimensiones a nuestros hijos e hijas. Teniendo en cuenta las aportaciones que estos suponen para los niños, sería incoherente reducirlos a una mera subcontratación por el precio de la comida.