Comparación, equiparación y falacias

«España no es Grecia», repite Mariano Rajoy. Desde luego que no. Proclamar semejante evidencia no aporta nada. Pero el presidente español no busca la comparación, sino desautorizar la equiparación para que concluyamos que España sí que va bien. Y ello gracias a su sumisa política económica neoliberal, claro. Un sofisma en toda regla.

Grecia tiene 11 millones de habitantes y un PIB de 180.000 millones de euros. España tiene 46 millones de habitantes (cuatro veces más) y un PIB de un millón de millones (cinco veces más). No son equiparables, obvio. Pero Rajoy las compara para concluir que lo que pasa allí no puede pasar aquí. De hecho, de una comparación verdadera se desprende lo contrario de lo insinuado. En efecto, cuadruplicar o quintuplicar el tamaño de las cosas no tiene nada que ver con el carácter de los fenómenos. El no también sería posible aquí, llegado el caso (que no lo es), porque ya se ha visto cómo fueron las últimas elecciones. La deuda española y la griega son muy diferentes, pero las respectivas irritaciones populares cada vez se parecen más. Eso es lo que se trata de ocultar con comparaciones falaces.

El PIB catalán (197.000 millones) es superior al griego; la población, del mismo orden de magnitud (7,4 millones). Pero el ministro García Margallo considera que una Catalunya independiente «estaría condenada a vagar por el espacio sideral». Curioso... Catalunya pesa más en la economía europea que Grecia y tiene un sistema productivo, tributario y redistributivo mucho más saneado. A pesar de las desastrosas consecuencias de los recortes estatales sobre el presupuesto autonómico, y salvando diferencias de estatus político, la deuda catalana (60.000 millones) es asumible, una quinta parte de la griega (317.000 millones). Algunos comparan mal y solo lo que les interesa.