Al contrataque

Cómo saber si somos idiotas

Si más del 50% de los que nos conocen piensan de nosotros que somos idiotas, hay que aceptar el resultado

Josema Yuste, David Fernández y 'Felisuco', en 'La cena de los idiotas'.

Josema Yuste, David Fernández y 'Felisuco', en 'La cena de los idiotas'.

XAVIER SARDÀ

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En realidad nadie se considera idiota, y en cambio mucha gente cree que hay muchos idiotas. Vamos, que los números no cuadran. Pasa como con los locos (con perdón), que creen que todo el mundo está loco menos ellos. ¿Cómo sabemos que en realidad no somos bastante idiotas o idiotas perdidos? Si partimos de la base referida de que nadie en realidad se considera idiota, debemos confiar en las matemáticas y en la democracia: si más del 50% de los que nos conocen piensan de nosotros que somos idiotas, hay que aceptar el resultado. En un caso así, puede que el 49% restante que no nos consideran idiotas sean también idiotas. ¿Se salva alguien? Por cierto, ya saben aquello de «nunca discutas con un idiota; la gente podría no notar la diferencia».

Imaginemos que se quiere invitar a una serie de personas y colectivos a <strong>'La cena de los idiotas'</strong>, de Francis VeberSe trata de la cena que cada miércoles organiza un grupo de hombres de negocios de París. Un encuentro en el que cada uno de los asistentes debe ir acompañado de un personaje extraño o esperpéntico, del que todos puedan reírse. Solo invitan si te consideran un caso especial. Vamos, que solo pueden acudir verdaderos orfebres del tema de la memez. Yo, naturalmente, estaría invitado como un idiota sin paliativos. (Idiota: persona engreída sin fundamento para ello). Ustedes deciden quiénes pueden acudir a tal encuentro:

-El presidente del BBVA y la presidenta del Banco Santander, que dicen que los bancos lo están pasando muy mal.

-Un matrimonio que ha votado a la ultraderecha en Austria por miedo a los extranjeros. (Cuando lo mismo pase en Alemania, estaremos en el abismo)

-Un matrimonio que votará a favor del 'Brexit' por miedo a los extranjeros.

-El del Bayern que puso el 'Que viva España' para despedir a Guardiola, sabiendo que el entrenador es tan suyo en estas cosas.

-El teniente de alcalde Jaume Asens por sugerir a la abogada de un guardia urbano que pidiera que su agresor no entrase en prisión condicional.

-Josep Garganté y su presión 'salva-mantero' a un médico, para inculpar a la Guardia Urbana.

-Un selecto grupo de los okupas falleros de Gràcia.

-Xavier Trias por pagarles el alquiler y evitar así mayos del 68 'casolans'.

-Ada Colau, experta en mediaciones, que dice que escribió un correo electrónico para que los okupas sacasen sus pertenencias, pero que no le contestaron.

- La delegada del Gobierno en Madrid, que ahora dice que no es cierto que ella quisiese prohibir las 'estelades' en la final de Copa. Pobre mujer, qué malentendido.

En cualquier caso, tranquilos. Freud dijo que «existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota, y otra, serlo».