Intangibles

Cómo matar al mensajero (De Gowex a CiU)

JESÚS RIVASÉS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Jenaro García, el hombre que creó y hundió Gowex, además de falsear las cuentas durante años, también practicó el viejo deporte de «eliminar al mensajero» cuando traía malas noticias, hasta que llegó Gotham City Research. Jenaroof course, intentó que Daniel Yu, el jefe de Gotham, una especie de Batman de los atropellos financieros, mordiera el polvo, como tantos otros, pero fracasó.

García no halló cómo terminar con Gotham -en EEUU, donde el mercado funciona mejor, esas cosas son más complicadas- y el que sucumbió fue él mismo y con él, como siempre, inversores más o menos engañados o autoengañados. Las alarmas sobre Gowex saltaron hace tiempo, pero nadie quiso atenderlas y muchos otros, no solo Jenaro, sino entidades financieras, analistas y otros interesados, se confabularon para descalificar a quienes intentaban denunciar que algo olía a podrido en esa empresa del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) que cotizaba tan alto como con tan poco fundamento, es decir, negocio. No fueron muchos, pero algunos lo advirtieron. Otros, que sospechaban, prefirieron callar para evitarse condenas públicas. No quisieron ser mensajeros muertos -profesionalmente- de una realidad que nadie quería admitir. Pero Gowex no es un caso aislado. El pasado político y económico reciente está repleto en España de Gowex y de mensajeros eliminados por los afectados por sus mensajes no gratos. Las alertas sobre la catastrófica situación de las cajas se sucedieron durante años y meses antes de su descalabro. Una y otra vez, el Banco de España y los sucesivos gobiernos cargaron contra quiénes -algunos, pocos analistas y más periodistas- sugerían, solo sugerían, que las cajas eran un problema. También arremetieron sin piedad y con escarnio contra quienes, tras el pufo de las subprime USA, se fijaron en la versión hispana, que era el «crédito promotor». Los cursos de formación, los ERE y los trapicheos sindicales fueron denunciados, sin éxito, hace muchos años. Demasiados mensajeros cayeron en el empeño, hasta que dejaron de intentarlo. Lo mismo ocurrió y ocurre con los que intentan explicar  -no ya denunciar- que el sistema de pensiones camina con decisión hacia la quiebra o un futuro con pensiones ridículas para todo o, lo más probable, las dos cosas, una detrás de otra. Los valientes que advierten de que las sucesivas reformas son parches, son estigmatizados por los gobernantes de turno. La práctica de eliminar al mensajero portador de malas noticias es antigua, pero adaptada a los tiempos goza de gran salud y resulta muy del agrado de demasiados poderosos, en la política, en la economía, en la sociedad. Muchos creen que acabar con el mensajero es la mejor vía para eludir los problemas aunque, como con Gowex, no siempre funciona. Ayer, la defección de Duran i Lleida como número 2 de CiU es el último ejemplo de mensajero sacrificado. No será el último.