Análisis
El 'community manager' del Estado Islámico
El enfoque único de seguridad ante el yihadismo sirve para protegernos pero no para derrotarlo
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Uno de los múltiples community manager del Estado Islámico difundió en agosto un montaje en el que se marcaba como objetivos a famosos monumentos: la Estatua de la Libertad, el Coliseo de Roma, el Big Ben de Londres y la Sagrada Família de Barcelona. ¿Es esta foto motivo suficiente para que mossos armados hasta los dientes protejan el templo y para que estrictas medidas de seguridad afecten la vida de los vecinos de la zona y se extiendan por la ciudad? La respuesta es que depende.
Probablemente, hace unos años algunos parisinos consideraban exageradas las medidas de seguridad que veían cuando viajaban como turistas a Nueva York. Hoy, París (como Bruselas, como lo lleva siendo Londres desde hace años) es una ciudad tomada por las fuerzas de seguridad, tras Charlie Hebdo,Charlie Hebdo tras Bataclan. ¿Hay demasiados mossos armados en las calles de Barcelona? Si no sucede nunca nada, muchos tildarán el despliegue de exagerado con la alegría propia de quien opina acodado a la barra de Twitter. Si, por el contrario, ocurre algo -la seguridad total no existe- se dirá con amargura eso de dónde está la policía cuando se la necesita y se buscará -para castigar y culpabilizar, que es como se hacen siempre estas cosas a posteriori- los fallos de seguridad que han permitido a los terroristas golpear en el corazón de nuestra ciudad.
Desde un punto de vista de seguridad, está fuera de toda duda que el Estado -fuerzas de seguridad y servicios de información- tiene la obligación de investigar la amenaza del community manager del Estado Islámico. Si la considera creíble, debe desplegar las medidas de seguridad que considere oportunas. Es un trabajo muy difícil, a menudo ingrato, que debe encontrar el punto justo entre la seguridad, las libertades, entorpecer lo menos posible la vida cotidiana y no crear alarmismo entre la población. En Barcelona, en Catalunya y en España las fuerzas de seguridad tienen una amplia experiencia en ello, dado que por desgracia el terrorismo de todo pelaje, desde Hipercor al 11-M, no es una amenaza nueva.
El mundo post 11-S
Pero este no es un asunto solo policial. La manipulación del concepto de seguridad para justificar una serie de políticas es una de las señales de identidad del mundo post 11-S. El engranaje que lleva a las Patriot Act y a los estados de excepción, al espionaje masivo de ciudadanos, a la vulneración de derechos civiles aquí y derechos humanos en el extranjero, a bombardear, invadir, desmantelar y destruir países y Estados «en desiertos remotos y montañas lejanas», que diría aquel, empieza desplegando a policía militarizada por calles, plazas, templos y centros comerciales. Entonces comparece ante los medios un ministro del Interior ojeroso que dice, con expresión grave y entonación solemne, que la amenaza del community manager del EI es real e inminente, que estamos en guerra.
El discurso político del miedo necesita visibilizarse en las calles para ser eficaz. Tras los atentados de Bruselas hubo una corriente política y mediática que exigió que Europa se «israelizara» para combatir el yihadismo. Entre otras medidas, israelizarse significa considerar de forma sistemática como sospechoso al diferente (en este caso, al musulmán) y extender una red asfixiante que, por ejemplo, incluye el registro en busca de explosivos del equipaje de niñas de 5 años, como sabe cualquiera que haya volado con la aerolínea El Al.
Al afirmar que hay que israelizar Europa, se defiende un enfoque único a la hora de tratar el problema del terrorismo: el de la seguridad (la nuestra, eso sí, a pesar de que la mayoría de víctimas del EI son musulmanes). Este enfoque único se plasma con policía en nuestras calles, ejércitos en las de otros países, y vulneración de libertades y derechos. Esta perspectiva desdeña otras y en gran medida nos ha llevado a este punto en el que la amenaza del community manager del Estado Islámico puede ser creíble. La mano dura del Estado de Israel es referente indiscutible en términos de seguridad antiterrorista y sin embargo lleva desde su fundación en 1948 combatiendo a los «terroristas» que lo amenazan sin derrotarlos. EEUU y Europa llevan en «guerra contra el terror» desde el 2001 con idéntico resultado.
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