El comercio sufre y Trias no reacciona

LAIA BONET

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El Parlament de Catalunya ha aprobado la nueva ley de horarios comerciales de Catalunya la misma semana en que se ha dado a conocer un impactante estudio sobre los devastadores efectos de la crisis económica en el tejido comercial del país y en pleno debate --a nivel del sector y en los medios de comunicación-- sobre la apertura de las tiendas de Barcelona en domingo como una cuestión estrechamente relacionada con el peso del turismo. Una vez más se está poniendo en evidencia la falta de liderazgo y de iniciativa del alcalde Xavier Trias sobre las grandes cuestiones estratégicas de Barcelona. Y evidentemente el comercio es fundamental para la ciudad. Todavía no sabemos qué es lo piensa Xavier Trias que, siempre que hay problemas o retos, parece más preocupado en no salir perjudicado políticamente que en resolverlos.

La regulación horaria aprobada por el Parlament (con los votos en contra del PP y la CUP y la abstención de C’s) da respuesta alternativa desde la perspectiva de Catalunya al modelo liberalizador del Gobierno central y, al mismo tiempo, esquiva los aspectos considerados inconstitucionales en la anterior ley catalana y que, en buena parte, estaba en suspenso al haber sido recurrida ante el Tribunal Constitucional. Una de las modificaciones más significativas es el aumento del número de festivos en los que las tiendas podrán abrir, que pasan de 8 a 10, así como la posibilidad de que los ayuntamientos establezcan zonas turísticas con horarios específicos. En cualquier caso, cuatro de los festivos serán propuestos por los ayuntamientos. Los ejes centrales de la nueva ley son la preservación del modelo comercial propio, la protección de los derechos de los trabajadores a la conciliación con la vida personal y familiar y el de los ciudadanos a disponer de una oferta diversificada en uno entorno de proximidad.

Para Barcelona el comercio es de una importancia decisiva: es la primera fuente de creación de riqueza y de ocupación pero también un importante factor de cohesión social y motor de la vida urbana, de estructuración de la ciudad. Barcelona es impensable sin sus tiendas y servicios. Es necesario reiterar, por ello, una vez más, el apoyo al comercio de proximidad, de barrios y distritos de nuestra ciudad. La veintena de ejes comerciales de Barcelona y los mercados municipales son claves para evitar la desertización, para estimular la relación, la vecindad, la integración social y la solidaridad. Una ciudad con tiendas y servicios abiertos es más amable, segura y acogedora. La preservación del comercio de proximidad, dotado de personalidad, es también atractivo desde el punto de vista turístico: una ciudad con tiendas que tienen características propias es más interesante que una con marcas y franquicias que se pueden encontrar en todas partes.

Esta semana me he reunido con expertos sobre comercio y ciudad, y he estado con los presidentes de los ejes comerciales de Fabra i Puig, Pi i Molist, Via Júlia y Sant Andreu. He escuchado de primera mano sus problemas, y he compartido mis prioridades y criterios políticos de gestión. Estas Primarias Abiertas del PSC de BCN son una cura de humildad y una escuela de política: la de la proximidad y la de los problemas reales de la gente. Quiero gobernar como hacemos la campaña. Este es mi compromiso: a pie de calle.

Y estas son mis propuestas:

1. Un pacto compartido. Proponer un gran Pacto por el Comercio con las diferentes organizaciones del sector, organizaciones de consumidores y usuarios y entidades representativas de los vecinos, que contemple la delimitación de las zonas turísticas y la política de aperturas. Es evidente que corresponde al Ayuntamiento presentar una propuesta que sume y no divida, y que preserve el principio básico del comercio de proximidad. Está claro que toda Barcelona no se puede considerar como una zona turística única y que no se puede proponer la apertura generalizada de comercios como una opción viable y justa, que a medio plazo perjudicaría gravemente al pequeño comercio. La promoción efectiva de los ejes comerciales no es una simple opción, es la estrategia que vertebra ciudadanía y actividad comercial.

2. Una política horaria limitada y flexible. Abordar también la cuestión horaria a nivel metropolitano, debido al peso de las grandes superficies, por el impacto que tienen sobre el comercio barcelonés y de los propios comercios de las localidades metropolitanas. No se puede ignorar, por ejemplo, la alarma creada por el posible incremento de la superficie de varios centros comerciales de Barcelona, Viladecans y Cerdanyola del Vallès (y la creación otros nuevos) con cerca de 300.000 metros cuadrados y que equivale a la superficie que ocuparían unos 3.300 establecimientos.

3. Defender el comercio histórico. Un Plan de Protección de los comercios históricos afectados por la Ley de Arrendamientos Urbanos como tienen otras ciudades europeas. Estos comercios son cultura, también, y son imprescindibles para una oferta rica, diversa y arraigada a nuestra cultura y tradición, como hizo Jacques Lang en Francia. Hagamos de la cultura un elemento central en la defensa de estos establecimientos, con un Catálogo de tiendas emblemáticas y un plano activo de protección contra la presión excesiva de la propiedad urbana.

4. Más asociacionismo: de comercios y consumidores. Impulsar el asociacionismo comercial, tanto de los pequeños emprendedores, como del comercio tradicional. Quiero escuchar a las asociaciones de comerciantes, pero hay que priorizar las necesidades de los consumidores. Creo que fortalecer el asociacionismo de la oferta y la demanda puede crear nuevas dinámicas de servicio e innovación que pueden hacer más cómplice y satisfactoria la relación comercial.

5. Modernización del sector. Es muy cierto, también, que el comercio de proximidad, la mayoría de raíz familiar, con una importante presencia de trabajadores autónomos, necesita adoptar medidas en el terreno de la innovación, la competitividad, la misma estructura empresarial, así como adaptarse plenamente a nuevas exigencias de los consumidores en materia de productos y de recursos tecnológicos. Hace falta una apuesta clara por la innovación empresarial, la renovación de las empresas familiares, y desarrollar las posibilidades de las nuevas tecnologías en el campo comercial, llenando de contenido real el Pla d'Impuls i suport al Comerç de Barcelona 2013-2016 del propio ayuntamiento.

La proximidad crea ciudad y ciudadanía

Desde que empezó la crisis en el 2008 y hasta el final del 2013 más de 5.500 locales comerciales han cerrado sus puertas en toda Catalunya. Es una cifra espectacular. Es evidente que el Ayuntamiento de Barcelona no tiene que hacer "intervencionismo", pero tiene que contribuir en la ordenación y estructuración del sector, siempre de acuerdo con sus entidades y asociaciones representativas. No tiene que jugar un papel solo en el campo del urbanismo o de las infraestructuras comerciales sino que tiene que ser impulsor de la modernización, tiene que promocionar al sector más allá de la publicidad genérica y bienintencionada. Hay que recordar, no obstante, una importante responsabilidad del Ayuntamiento: la defensa de los derechos de los consumidores.

El comercio de proximidad, aquel que se encuentra a 300 metros del lugar de residencia (ya sea tienda, mercados municipales o supermercado) es la mejor opción. Y aporta otros elementos como la construcción de fuertes vínculos de vecindad y ciudadanía que, en momentos críticos o en situaciones de vulnerabilidad social, son el radar más importante para saber qué les pasa a nuestros vecinos y que podemos hacer para ayudarles. La proximidad (tecnológica, física, relacional) nos aporta grandes ventajas en la gestión integral de la actividad comercial.

Hace tiempo decíamos que el comercio es vida, sí. ¡Y tanto! Pero también, más que nunca (y en momentos de crisis aún más), crea ciudad y ciudadanía. Sin tiendas cerca de casa, la ciudad se despersonaliza y se deshumaniza. La trama comercio-mercado-supermercado de proximidad es vital si queremos que Barcelona tenga futuro como ciudad cohesionada. Lamento que Xavier Trias esté desaparecido en un tema central como este. Hace falta un nuevo liderazgo y una alternativa política en el consistorio. Trias gobierna, pero no lidera. Trias gestiona, pero no resuelve. Este es el problema de Barcelona.