El 'crooner' imposible

RAMÓN DE ESPAÑA

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Decía Gato Pérez que le gustaba Sinatra porque era un hombre que cantaba canciones ajenas como si fueran historias de su propia vida. Pienso algo parecido al escuchar los dos discos que Bob Dylan ha dedicado a revisitar el gran cancionero norteamericano, 'Shadows in the night' y el recién publicado 'Fallen angels''Fallen angels'. Ambos pueden describirse de una manera muy sencilla: un viejo canturrea canciones que ya eran viejas cuando él era joven. Y contra todo pronóstico, la cosa funciona y conmueve.

Sobre el papel, que Dylan la emprenda con el repertorio de Sinatra suena a bromazo del Día de los Inocentes. ¿Con esa voz de cascajo? ¿Sin orquesta y recurriendo a los cuatro músicos de siempre, esos que consiguen seguirle milagrosamente en el escenario aunque las versiones que el jefe hace de sus propios éxitos sean irreconocibles? Pues sí. Y la aproximación de Dylan a esos temas no tiene nada que ver con otras anteriores, ni con el excelente 'As time goes by' de Bryan Ferry ni con los cuatro discos espantosos que se cascó Rod Stewart y que, ante mi pasmo, se vendieron como rosquillas.

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En sus dos discos de 'standards', Dylan emociona a base de exhibir sus carencias vocales e instrumentales. Escuchándolos, da la impresión de que él y cuatro amigos se marcan unas coplas en el salón para pasar el rato. Con dos guitarras, bajo y batería, el hombre consigue una aproximación totalmente nueva a algo que nos sabemos de memoria. Apenas le queda voz, pero hasta eso trabaja a su favor: estamos ante un hombre de 75 años que habla de cosas que ya no le corresponden, como los desengaños amorosos, el nacimiento de la pasión sexual o la confianza en un futuro mejor. De este modo se introduce, yo creo que voluntariamente, un elemento irónico en la propuesta: si lo captas, bien; si no, tampoco pasa nada.

No hay muchos músicos hoy que, como Dylan, que puedan hacer lo que les dé la gana y salir triunfantes. Así pues, no seré yo quien se sorprenda si algún día le da por grabar las arias favoritas de Luciano Pavarotti o un disco de versiones de los New York Dolls y los Sex Pistols. Sé que lo hará muy bien.

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