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Primer debate electoral de las elecciones del 21 de diciembre.

Primer debate electoral de las elecciones del 21 de diciembre. / periodico

Josep Maria Pou

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Ayer tuve un sueño. Soñé que escribía la columna de este sábado. Y soñé que la columna decía:

"Confieso que llego cansado, muy cansado, a esta campaña electoral. Cansado de las mismas caras, palabras y actitudes. Cansado de que nadie haya aprendido nada. Cansado del mal teatro. No abdico, en absoluto, de mi deber de ciudadano. Digo más, de ciudadano que sabe que estas elecciones son muy importantes y que, en consecuencia, uno no puede abandonarse, ni caer en la tentación de ignorarlas. No soy un descreído. Pero se me hace todo muy cuesta arriba. Me resulta cada vez más difícil quedarme impasible ante quienes, una vez más, tergiversan la historia y mienten a sabiendas. Imposible sustraerme al 'déjà vu' de los debates. Imposible no pasar verguenza ajena (en el teatro usamos, para eso, una preciosa palabra: alipori) ante la afirmación malintencionada, ante la falsedad mal aprendida en el 'briefing' de la mañana, ante el todo vale bullanguero, ante el descaro.

Dejen por favor, desvergonzados, de faltarme al respeto de manera tan atrevida e ignorante 

Descaro. He aquí una palabra que me viene como caída del cielo. Busco en la RAE y encuentro: 'desvergüenza, atrevimiento, insolencia, falta de respeto'. De la definición, como del cerdo, me sirve todo y construyo la siguiente rotunda frase: dejen, por favor, desvergonzados, de faltarme al respeto de manera tan atrevida e insolente. ¿Queda claro? La repito, a voz en grito, para que no haya dudas: ¡Dejen, por favor, desvergonzados, de faltarme al respeto de manera tan atrevida e insolente! Me gustaría añadir: ¡Y olvídenme! Pero no. Al contrario. Quedénse con mi cara, se lo pido; quedénse con mis rasgos y filiación; porque llegado el momento, si, a pesar de todo, llegan a tocar poder, acudiré a sus poltronas con las propuestas de estos días y juntos chequearemos, para vergüenza suya o mia, el listado de falsas promesas y juramentos fingidos. ¿Queda claro?"

Al despertar se la dí a leer a mi 'alter ego', que me dijo: no la envíes al periódico, no la publiques, no seas descarado. Le hice caso y le dí a la tecla de borrado. Por eso hoy no hay columna.