La velocidad y la paciencia

JORDI PUNTÍ

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A veces me encuentro con lectores curiosos que me preguntan cuánto tiempo tardo en escribir esta columna. Lo cierto es que no tengo una respuesta estándar. Hay artículos que salen de golpe y otros que van madurando a lo largo de la semana en mi cabeza hasta que me siento a escribirlos. Hay artículos que salen a partir de un título, una reflexión, una inquietud, una lectura o una asociación de ideas inesperada. Hace tiempo, Jordi Galves me dio a conocer estas palabras de Francisco Umbral: en el columnismo, decía, “la velocidad forma parte del estilo”. Desde entonces he ido aprendiendo a ser más rápido, a valorar la espontaneidad, pero las tres horas no me las quita nadie. El principal problema de escribir una columna es cuando el tiempo se pasa mareando la perdiz, masticando una bola de comida -como los niños que comen sin hambre-. Esto suele pasar porque se quieren decir muchas cosas y uno se dispersa, lo que me recuerda unas palabras de Josep Pla. “¡Escritores, no seáis sosos ni pesados!”.

En general los artículos me salen demasiado largos y tengo que repelarlos para que quepan en este rectángulo. Entonces me viene a la cabeza una frase habitual en las viejas redacciones. “Contra el vicio de escribir, la virtud de cortar”. Umbral no sé, pero Manuel Vázquez Montalbán era un columnista rapidísimo. Le había visto en acción y sus artículos le salían ya planchados, tal como los pensaba, sin tener que rehacerlos poco o nada. Esto me lleva a otro dilema: escribir como piensas o pensar como escribes, pero en realidad es como ir en bicicleta: si lo piensas mucho, te caerás.

Estas ideas me han venido tras leer, precisamente, una espléndida antología de artículos de Juan Tallón, 'Mientras haya bares' (Círculo de Tiza). “La paciencia ha pasado a la historia”, afirma en uno de sus textos, y en otro entra en un bazar chino y se pregunta sobre la calidad de los productos y concluye: “Nada dura ya bastante”. En este espacio que va de la brevedad a la paciencia es donde el articulista se juega los cuartos, y Juan Tallón demuestra que es una voz que hay que seguir, una inversión de tiempo para vuestro futuro como lectores.