Dos miradas

De colores

Catalunya ha dicho que anhela muchas cosas. Y que, más que nunca, se resiste a ser tratada como una uniformidad

emma Riverola

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Ilusiones desbordadas, inmaculadas, recién estrenadas. Alegrías pequeñitas, de estar por casa. Sonrisas que apenas logran mantener su línea ascendente. Decepciones rotundas. El mapa de Catalunya se ha teñido de colores. Un heterogéneo mosaico que se muestra con descaro ante quienes se empecinan en ver un país monocolor. Sea el que sea. Catalunya no quiere esto, ni desea lo otro, ni rechaza lo de más allá. Catalunya ha dicho que anhela muchas cosas. Y que, más que nunca, se resiste a ser tratada como una uniformidad. Porque más allá de las fronteras, está el sentir de diversas colectividades unidas a causas distintas.

A pesar que algunos se emplean a fondo en liquidar y desprestigiar a quienes piensan de forma distinta, todo sigue abierto. El procésAda Colau no es el coco. Y el PSC sigue vivo. Incluso en Barcelona -donde el descalabro ha sido especialmente doloroso- se admiten diferentes lecturas. A tenor de los beneficiados por su fuga de votos (Barcelona en Comú y Ciutadans), cabe mirar con ojos muy críticos la no-oposición que durante tres años ejerció el anterior cabeza de filas socialista en el ayuntamiento, Jordi Martí (ahora integrado en MES, satélite de ERC). Tres años perdidos en la indefinición y la erosión de las siglas.

Por cierto, sor Caram, no pudo ser. Parece ser que allá arriba, esta vez, prefirieron la justicia social a la caridad. ¿Por qué conformarse con el purgatorio cuando se puede asaltar el cielo?