Colau, ¿susto o muerte?

El ultimátum de la oposición a la alcaldesa de Barcelona es un aviso de que sola no puede

Alberto Fernández, Alfred Bosch, Xavier Trias, Carina Mejias y Daniel Mòdol, ayer.

Alberto Fernández, Alfred Bosch, Xavier Trias, Carina Mejias y Daniel Mòdol, ayer.

BERNAT GASULLA

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Que llevar el metro a la Zona Franca es algo prioritario deben saberlo nuestros políticos desde hace mucho tiempo. Que los vecinos de uno de los barrios más populosos y con serias amenazas para la cohesión social de Barcelona merecen un suburbano cuanto antes lo deben saber incluso aquellos gobernantes que hace algún tiempo defendían las bondades del tranvía como alternativa de transporte de masas y echaban pestes del metro. Que si es muy caro, que si la inversión no vale la pena, argumentaban. El tranvía era la niña de los ojos de aquellos políticos catalanes. Muchos años después, en la Zona Franca no hay ni metro ni, por supuesto, tranvía. A cambio, eso sí, tenemos un tranvía interruptus y la vaga promesa de una L-10 con muchas incógnitas sobre su calendario de entrada en servicio en la Zona Franca.

   Ahora, los representantes de todos los grupos políticos de la oposición del Ayuntamiento de Barcelona, a excepción de la CUP, han interpelado a la alcaldesa, Ada Colau, con una suerte de ultimátum. Si la líder de Barcelona en Comú quiere apoyos, unos apoyos que necesita para gobernar lanzando algo más que brindis al sol, el metro a la Zona Franca debe ser considerado prioritario al tranvía por la Diagonal. Es como el chiste: Colau, ¿susto o muerte?   

La maldición del tranvía

Uno no puede evitar acordarse de Jordi Hereu y su referéndum (impuesto por el entonces líder municipal de ERC) kamikaze y preguntarse si Colau será otra víctima de la maldición del tranvía por la Diagonal. Es posible que la conexión del Trambaix y el Trambesòs por la avenida sea una decisión con un marcado carácter ideológico, pero ¿acaso no lo es también potenciar el autobús eléctrico, las Rodalies o el AVE?  

    No nos engañemos, bajo el aspecto de una defensa del transporte público de calidad en Barcelona, los líderes de la oposición lo que de verdad han hecho es lanzar un serio aviso a Colau. Sola no puede. Sus 11 concejales no dan para muchas alegrías. Lo que es una lástima es que se haya impuesto como moneda de cambio para la gobernación de la ciudad algo tan delicado como la movilidad de sus habitantes.