La coherencia lo val€

VERÓNICA FUMANAL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dudas despejadas, los díscolos del PSC ya han tomado partido. Tras semanas de suposiciones, apuestas y especulaciones, el misterio nos ha sido revelado y ahora podemos continuar alimentando el vodevil con los análisis de las consecuencias de aquellos que de forma deliberada o no, protagonizan la actualidad política.

La palabra más utilizada ha sido 'coherencia', pero han sido diversos los grados de ejecución de la misma, porque como siempre, y salvo honrosa excepción, el cargo/sueldo, ha pesado más que la coherencia a la hora de tomar las decisiones.

El primer grado de ejecución de la discrepancia lo ha protagonizado en solitario la diputada Rocío Martínez-Sampere, que atrapada en una disyuntiva entre su coherencia y su oficiosa candidatura a las primarias del ayuntamiento de Barcelona, ha decidido igualar la apuesta de su futura rival Laia Bonet y abandonar la Comisió Executiva del PSC, al mismo tiempo que acataba la decisión tomada por el Consell Nacional Extraordinari del PSC.

El segundo grado de ejecución de la discrepancia ha sido la "votación contraria sin consecuencias", eso sí, con explicación in extenso de aquello que ya se sabía: Joan Ignasi Elena, Marina Geli y Nuria Ventura, han decidido ser coherentes con su posición soberanista y votar de forma afirmativa, en contra de la decisión tomada democráticamente por la dirección de su partido. Bajo el axioma "nosotros también somos PSC" continuarán con su acta de diputado, elegidos en una lista electoral elaborada por la misma dirección del partido contra la cual se rebelan.

El tercer grado de ejecución de la discrepancia la ha protagonizado Àngel Ros. El alcalde de Lleida no ha querido contravenir la decisión adoptada por la dirección de su partido y con un gesto que lo convierte en el mayor exponente de la coherencia de los críticos ha decidido dejar su acta de diputado y dedicarse a su ciudad, sin ánimo de continuar polemizando con una dirección a la que respeta.

En otra liga se situarían dirigentes, como Xavier Sabaté, que a pesar de mantener una posición crítica en los órganos de dirección del partido, finalmente ha decido responder a la llamada del respeto a las decisiones tomadas democráticamente.

En definitiva, excepto la honrosa excepción, el resto de críticos han escenificado su discrepancia/coherencia manteniendo aquello que les une con el partido: el cargo. Poco importa, que la decisión en su partido fuera tomada de forma democrática, acertada o no; poco importa que permaneciendo como diputados sean el blanco fácil de otros partidos políticos que pleno a pleno les pondrán a prueba con votaciones con el único objetivo de visibilizar su discrepancia. Menos mal que la coherencia lo vale.