Editorial

La cobertura sanitaria de los simpapeles

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El refrán así lo sentencia, pero no todas las rectificaciones son fruto de la sabiduría. Casi tres años después de limitar el derecho de cobertura sanitaria de los simpapeles -en favor de la sostenibilidad del sistema nacional de salud-, el ministro de Sanidad Alfonso Alonso anunció ayer de forma poco detallada la cancelación de la medida que adoptó su polémica antecesora, Ana Mato. Catalunya y otras ocho comunidades, por sus competencias, se mantuvieron al margen. Los inmigrantes en situación irregular volverán a tener derecho a la atención primaria, aunque no recuperarán la tarjeta sanitaria que les fue retirada por decreto en abril del 2012. El vaivén del PP en la materia es irrebatible. En el año 2000, el Gobierno de Aznar concedió esa misma tarjeta a los inmigrantes con el único requisito del padrón.

Los mismos motivos aludidos por Alonso ya podían haberse esgrimido para no adoptar aquel recorte de derechos, limitados a urgencias, maternidad y atención infantil. Era evidente que se iban a saturar las urgencias y que podía afectar a la «salud pública» en el seguimiento de algunas enfermedades. El ahorro nunca se concretó y el Gobierno solo cifró en el 2013 la baja de 873.000 tarjetas.

Alonso tampoco ha especificado ahora cuál será el nuevo procedimiento de acceso al sistema público de salud. De ahí que, como ya pasó con la decisión opuesta, la motivación ideológica prima desgraciadamente sobre otras, y más en un año electoral que ha empezado mal para el PP en Andalucía.