La rueda

Clima, animales y faraones

El conocimiento sin valores no conduce al progreso, de ahí los problemas ambientales

RAMON FOLCH

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La necrópolis de Saqqara es uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de Egipto. Junto a numerosas tumbas de faraones y altos dignatarios, llaman en ella la atención los enterramientos de animales momificados. Solo de ibis sagrado ('Threskiornis aethiopicus') hay más de un millón y medio de momias. Por sus prudentes pautas de conducta, esa ave, que abundaba en las ciénagas, se asociaba a Thot, el dios de la sabiduría. No queda ninguna en Egipto. Se encuentra aún en muchos lugares de África, pero ha desaparecido del país que la veneró durante milenios. Los cambios ambientales le han sido mortalmente hostiles. Por eso resultan tan impresionantes las momias de ibis exhibidas en la exposición 'Animales y faraones' que se puede ver en CaixaForum de Barcelona: el dios de la sabiduría desterrado por las malas prácticas ambientales...

    El oasis lineal que era el desierto regado por el Nilo inclinó a los antiguos egipcios a la atenta observación de la naturaleza. Los animales, por ejemplo, ocuparon un lugar muy importante en su imaginario. Muchas divinidades se asociaban a animales: Anubis con el perro, Osiris con el halcón, Sobek con el cocodrilo, Amon con el carnero, Thot con el ibis y también con el babuino... El comportamiento de esos animales evocaba las virtudes de los dioses. De ahí la relación del ibis con Thot: era un ave sabia.

    El conocimiento ha hecho grandes progresos desde entonces. Aunque no siempre para bien. Por eso ha desaparecido el ibis de Egipto. Solo quedan sus momias. Y numerosas pinturas, esculturas y relieves. El placer de admirarlos en la magnífica exposición de CaixaForum tiene este contrapunto doloroso. Cuatro mil años después, somos más cultos, pero no sé si muy sabios. Por eso se nos altera el clima. A ver si la COP21, que empieza mañana en París, nos devuelve la sensatez.