Dos miradas

Lc 23, 34

Artur Segarra, condenado a muerte en Tailandia, salió de los juzgados mostrando a la cámara la inscripción «Lucas 23:34». Es decir: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Una cita de la Biblia se hizo famosa a partir del Mundial de fútbol de México, en 1986. Salía en una pancarta hecha a mano que solo decía esto: «John 3:16». Entonces, mucha gente no supo extraer el entramado de aquel mensaje esotérico. De hecho, a estas alturas todavía no sabemos por qué escribieron el verso número 16 del capítulo tercero del Evangelio de San Juan y no otro fragmento de un libro tan extenso y tan proclive a las frases célebres: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna». Tuvo tanto éxito la proclama religiosa, que incluso se estampó en tazas de café, bolsas de tiendas de ropa y camisetas. Todavía no existía Twitter, pero entonces se demostró que la Biblia sirve para todo (para asustar, para aleccionar, para reflexionar, y como garantía de los excesos de todo tipo) y que en un futuro, nuestro presente, podía ser una herramienta muy útil para economizar espacios. Dices lo que dice la Biblia y que cada uno lo interprete como quiera.

El último caso conocido es el de Artur Segarra, el catalán que ha sido condenado a muerte en Tailandia por asesinar y descuartizar a un amigo. Sonriente como siempre, saliendo de los juzgados tras conocer la sentencia mostró a las cámaras la palma de la mano izquierda, donde había escrito «Lucas 23:34». Es decir: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»