La rueda

El círculo virtuoso

¿De qué realidad hablan? Sus números dicen menos que la más inútil de las palabras

OLGA MERINO

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Bajo a la calle y me siento en el bar con un café y un cruasán atómico de panificadora. Se está a gusto en la terraza. Corre algo de fresco después de la tormenta, y al pensar en eso, en el aguacero, me viene a la cabeza que hace poco aprendí una palabra nueva: petricor. Así se llama el aroma que desprende la lluvia al caer sobre un suelo agostado después de un largo periodo de sequía. No tenía ni idea. Petricor. Una palabra bonita que no volveré a usar en la vida. En realidad, las palabras sirven de bien poco. Por eso, supongo, en Els Encants se ha vendido a euro el kilo la biblioteca de Ràfols-Casamada y Maria Girona, un matrimonio de grandes pintores. Així fem país. Así anda el patio.

Pero, bueno, esto iba de otro asunto. Ojeo los periódicos. Rajoy en todas las portadas, las cuentas que ha querido presentar antes de marcharse de vacaciones. Resulta que, gracias a su empeño, España ha entrado en el «círculo virtuoso» del crecimiento económico y la creación de empleo. «Las cosas van mejor», dice. De los otros asuntos candentes -la corrupción y la cuestión catalana-, nada, ni un ápice de acercamiento. Como si oyese llover y olisqueara el petricor.

Pido otro café a la camarera china. Poco a poco, a medida que avanza la mañana, el bar y la plaza se van llenando de gente sencilla que acude a sus cosas en un sábado respirable. Personas que van al mercado arrastrando las sandalias y el carrito de la compra. Caras resignadas, de ajustar cuentas en el aire, de estar sin estar del todo. Sacan a los abuelos en sillas de ruedas, empujadas por latinos o por hijos sesentones con un rato medio libre. Vamos haciendo, claro, como se puede. Cada uno sabe lo que hay en su casa. Y entre tanto, las cifras. Que si el paro se contiene. Que si el PIB crece al 3%. Que si la inflación está controlada. ¿En qué realidad habitarán? Sus números no dicen nada; mucho menos que la más inútil de las palabras.